Hay algo que todos nosotros debemos saber: si
no posee buenos hábitos entre ellos la perseverancia, no se alcanza
éxito notable alguno en ningún campo de actividad.
El
apostol Pablo gemía: “miserable de mi, quien me librará de este cuerpo
de muerte?.... como si su interior gritara ¡malditos hábitos!... ¡Porque
lo que hago no lo entiendo; pues no hago lo que quiero sino lo que
aborrezco, eso hago! Rom. 7:15
La versión “La Palabra de Dios para
todos” dice asi: “no se que está pasando conmigo: lo que quisiera hacer
no lo hago y resulto haciendo lo que odio”… Romanos 7:15
El hombre cuenta con la gran
habilidad divina de adaptación. Por lo que si este acostumbra hacer lo
incorrecto, a vivir “al aire”, sin aplicar su fuerza de voluntad, sin
definición de propósito. Los hábitos que desarrolla son: Ignorancia,
indisciplina, flojera, aletargamiento, negligencia, indecisión,
indiferencia, achacar a todos los errores propios, falta de planes,
seguir los errores de otros.
Pablo aborrecía el pecado que en él
moraba. Le fue impuesta necesidad de buscar íntimamente a Dios para
“cambiar esos viejos y malditos hábitos” que le conducían actuar
erróneamente. Aquellos viejos hábitos no le servían más para cumplir el
Propósito Divino
Es menester enfrentarse a los
“malditos hábitos” que no le permiten crecer. Haga un inventario de si
mismo y determine en que aspecto particular, le falta la cualidad del
hábito o hábitos que nos enseña la palabra de Dios: Perseverar,
Perdonar, Actuar, Renovar, Fortalecerse, Desarrollar el pensamiento
positivo, Leer, Confiar, Luchar, obedecer, Adquirir Conocimiento, Amar.
“Nunca se apartará de tu boca este
libro de la ley, sino que de dia y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que él está escrito, porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bién”. Josué 1.8
Psic. Patricia Villanueva
VIDA DE ÉXITO EN SU PALABRA