Ya en medio del llanto por la desesperación no
dejaba de gritar: -¿Qué me hace falta? -¿Qué me hace falta? -Dios
mío…qué me hace falta? –gemía con dolor en el alma. Una burbuja ascendía
dentro de mí, como por el esófago hasta llegar a mi garganta. Luego
justo en mi oído derecho escuchè una voz… tierna, suave, amorosa y
profundamente varonil que me dice: -“Te falto yo”- Mirè por el espejo
retrovisor asustada, pensando quién estaría allí. Nada. Estaba sola en
medio de la carretera y conduciendo. De nuevo. -“Te falto yo” -dice la
tierna voz. En mi atolondramiento entre llanto y nerviosismo gritè:
-¡Siiii!, ¡Me haces falta! Pero ¿Cómo? -“Dame tu corazón” –me dice la
voz profunda y amante. Ahora estaba segura de quién se trataba. ¡¡Era
Él!! -No puedo –contestè. Mi corazón está lleno de amargura. -“Yo me
encargo de sanarlo”. -¡ No Señor! - “Solo entrégamelo”
-Señor… yo no te amo. – aquellas
palabras eran como gotas de sangre que escurrían por mis labios
temblorosos -“Pero yo sí” -termina diciendo aquella bella, tierna,
profunda e incomparable voz.
Yo no sabìa còmo amarle, pero Èl me
enseñò. Me urge entrar en mi aposento, cerrar la puerta tras de mì para
encontrarme con Èl, con mi amado Padre Celestial. Yo le digo heme aquí
Señor, èl como respuesta me estremece con Su Santo Espìritu que mora en
mì.
Ciertamente nadie, absolutamente
nadie sabemos còmo amar a ese Todopoderoso, Grande y Majestuoso Dios.
“El amor viene de Dios. Todo el que ama tiene a Dios como su Padre y
conoce a Dios…” 1 Jn. 4.7
Psic. Patricia Villanueva
VIDA DE ÉXITO EN SU PALABRA.