Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:5

Hace algunos años un cristiano que participaba en la distribución de Biblias en China fue arrestado y encarcelado. Este es su testimonio: «Sentí realmente que Dios tenía una lección que enseñarme. Quería formarme para ser su testigo y empezó colocándome en esa situación para que primero pudiese conocerlo mejor. No lo tomé como una carga…».
El profundo deseo de este creyente era conocer cada día más a Dios, incluso a través de las peores circunstancias. Para él lo esencial de la vida no se hallaba en las facilidades a las que cada uno pueda aspirar, sino en la confianza depositada en Dios y en la relación personal que resulta de ella.
Dios también nos interpela a cada uno de nosotros. Podría decirnos: «Si tienen fe en mí, vean si su felicidad depende de ustedes… o de mí; si sus proyectos dependen de ustedes… o de mí; si los métodos que emplean para conseguir sus objetivos dependen de ustedes… o de mí; si lo que dirige su vida es su comprensión de las cosas o la mía». Dios quiere que pongamos nuestra confianza en él. ¿Ya he reconocido que para él soy insuficiente, presumido, orgulloso…? ¿He reconocido mis errores, mis pecados para que él me perdone? Recordemos que Dios perdona gracias a la sangre de Cristo vertida en la cruz. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). ¿En qué estado se encuentra usted? “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22). Él nunca lo defraudará.
¿En qué estado se encuentra? “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22). Él nunca lo defraudará.

© Editiorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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