No basta con decir la verdad, a que saber que verdad decir,a quien, como, cuando y donde
(Proverbios 25:11). Por Donizzeti Barrios
“Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”, esto es lo que enseña Proverbios 25:11. Y es un buen consejo para aquellos que se jactan de decir la verdad, de no tener dizque “pelos en la lengua” para decir las cosas, de ser sinceros, de odiar la hipocresía y la mentira y de ser supuestamente muy confiables por ir siempre de frente, por no hablar a espaldas de nadie y decir las cosas como son, duélale a quien le duela. Pero ciertamente tales personas con sus maneras imprudentes sólo demuestran que son agresivas, groseras, ofensivas, peligrosas, y faltas de misericordia y bondad. Claro que es bueno decir la verdad, no hablar a espaldas de alguien, repeler la mentira y la hipocresía, y ser sinceros; pero ello no significa actuar salvajemente escupiéndole la verdad a la gente en la cara. La verdad debe usarse para bien, no para mal. Tomemos por ejemplo una farmacia, todos los productos que se venden allí han sido fabricados en los laboratorios con la finalidad de atacar las enfermedades de la población. Pero ello no significa que usted va a tomar de la estantería cualquier medicamento al azar y lo va a ingerir, no, jamás. Ello podría hasta provocarle la muerte. ¿Matarlo un medicamento que fue hecho para sanarlo? Sí, porque tomó el no indicado para su condición. Lo que debe hacer es consultarle al especialista cuál medicamento es el adecuado para usted. Y después verificar cómo consumirlo, a qué horas, en qué cantidades y hasta cuándo. De igual manera debe preguntar si hay contraindicaciones y efectos secundarios. Volviendo con la verdad, ésta debe usarse para el bien de la persona a la que se la comunicamos, no para atormentarla o abofetearla con ella. Por supuesto que decir la verdad puede ser molesto, como algunas medicinas, pero no por ello debemos ser sádicos y torturar a los oyentes. Por ejemplo, en el caso del predicador, éste debe depender del Espíritu Santo para saber cuál verdad de las que hay en la Biblia es la más adecuada a las necesidades de su rebaño. Luego deberá ser sabio en planear cómo comunicar esa verdad, teniendo en cuenta la naturaleza del tema, el propósito, el tipo de auditorio, el tiempo disponible, las circunstancias, y los recursos técnicos disponibles tales como el sonido y el video.
Enviado por Nilda
“Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”, esto es lo que enseña Proverbios 25:11. Y es un buen consejo para aquellos que se jactan de decir la verdad, de no tener dizque “pelos en la lengua” para decir las cosas, de ser sinceros, de odiar la hipocresía y la mentira y de ser supuestamente muy confiables por ir siempre de frente, por no hablar a espaldas de nadie y decir las cosas como son, duélale a quien le duela. Pero ciertamente tales personas con sus maneras imprudentes sólo demuestran que son agresivas, groseras, ofensivas, peligrosas, y faltas de misericordia y bondad. Claro que es bueno decir la verdad, no hablar a espaldas de alguien, repeler la mentira y la hipocresía, y ser sinceros; pero ello no significa actuar salvajemente escupiéndole la verdad a la gente en la cara. La verdad debe usarse para bien, no para mal. Tomemos por ejemplo una farmacia, todos los productos que se venden allí han sido fabricados en los laboratorios con la finalidad de atacar las enfermedades de la población. Pero ello no significa que usted va a tomar de la estantería cualquier medicamento al azar y lo va a ingerir, no, jamás. Ello podría hasta provocarle la muerte. ¿Matarlo un medicamento que fue hecho para sanarlo? Sí, porque tomó el no indicado para su condición. Lo que debe hacer es consultarle al especialista cuál medicamento es el adecuado para usted. Y después verificar cómo consumirlo, a qué horas, en qué cantidades y hasta cuándo. De igual manera debe preguntar si hay contraindicaciones y efectos secundarios. Volviendo con la verdad, ésta debe usarse para el bien de la persona a la que se la comunicamos, no para atormentarla o abofetearla con ella. Por supuesto que decir la verdad puede ser molesto, como algunas medicinas, pero no por ello debemos ser sádicos y torturar a los oyentes. Por ejemplo, en el caso del predicador, éste debe depender del Espíritu Santo para saber cuál verdad de las que hay en la Biblia es la más adecuada a las necesidades de su rebaño. Luego deberá ser sabio en planear cómo comunicar esa verdad, teniendo en cuenta la naturaleza del tema, el propósito, el tipo de auditorio, el tiempo disponible, las circunstancias, y los recursos técnicos disponibles tales como el sonido y el video.
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