Etiquetas:
Devocionales
NACIMIENTO DEL SEÑOR
Cuestión de imagen
“Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.”
Juan 1:14
Uno de los tantos ataques que Jesús recibió de parte de sus allegados era que Él se mezclaba con gente común, que permitía que le toquen y consulten, caminaba entre niños, era accesible. Le criticaban por su condición familiar (Mt. 13:55-56), su origen provinciano (Jn.7:50-52), sus amistades dudosas (Lc. 15:1-2) Su familia podía decir: “estuvo entre nosotros”. Los de Nazareth y Galilea dirían: “Estuvo entre nosotros”. Los pecadores e inmorales dirían: “Estuvo entre nosotros”. Los fariseos y los ricos, aún los gobernantes tendrían que reconocer: “Estuvo entre nosotros.” El clímax lo alcanzarían los dos malhechores crucificados que también podrían decir: “Estuvo entre nosotros”.
El hecho es que, si Jesús hubiese tenido un asesor de imagen tal como tienen hoy en día políticos, y actores famosos, jamás habría escogido vivir en Nazareth, en un hogar humilde y trabajar en una carpintería. Hubiera sido llevado a vivir con los sabios de Jerusalén y codearse con personas de influencia, poder y fama.
Por qué se tuvo que mezclar con los mortales siendo Dios? ¿Por qué no alejarse del populacho, como tantos hombres de renombre mundial y vivir recluidos en mansiones inaccesibles? “Él estaba entre nosotros y vimos su gloria”, dice Juan en su evangelio. “Habitó entre nosotros” Sí. El Dios eterno se disponía humildemente a habitar con nosotros. ¿Por qué? Porque deseaba entendernos, aprender lo que es estar sujeto a leyes humanas. A obedecer y callar aún ante el oprobio, la injusticia, el desprecio y la traición.
Esta “experiencia” de encarnación de Cristo le faculta para consolarnos y acompañarnos en nuestras debilidades, porque no tenemos un Sumo sacerdote que no nos comprenda sino uno vivió nuestras experiencias en carne propia y triunfó.
¿En qué situación te encuentras? Estás solo, no tienes para comer, has sido traicionado por tu mejor pareja o tu amigo, estas desahuciado; no tienes trabajo, etc...
Él ya pasó por allí y está listo de sostenerte, abrazarte, socorrerte. Él sabe, ya lo experimentó y te promete ayudarte hasta encontrar la salida. Confía en Dios, búscalo en oración y deja que tome el control de tus problemas.
Dios te Bendiga.