Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Romanos 8: 6
Creo que Dios nos ve con infinita compasión al ver nuestros frenéticos esfuerzos por alcanzar la vida “de éxito” que tan deseable nos parece. Aunque el significado de esa esperanza varía de persona en persona, todos la asociamos con el gozo, la felicidad, la independencia financiera y la libertad de otras de las necesidades que tenemos. ¡Cuánto afán para obtener más riqueza, un estatus más alto, o conseguir mayor seguridad!Otros buscan, con el mismo afán, y a veces con los mismos métodos, la vida “de éxito espiritual”. ¡Qué despliegue de ministerios, actividades y proyectos de servicio! Pero la raíz, es decir, la motivación, para el esfuerzo es el mismo: todos queremos una vida llena de paz.
Por desgracia, el mundo nos incita a luchar por muchas cosas, sin tomar el tiempo necesario para examinar la verdadera necesidad que tiene nuestro corazón. La necesidad innegable del corazón de todo ser humano es la paz. Debemos luchar siempre para superarnos en nuestra vida, pero debemos detenernos para reconocer lo que en realidad buscamos, pues, de lo contrario, nuestros esfuerzos nunca darán como resultado la paz que tanto anhelamos.
La falta de paz es, antes que nada, el resultado de un alejamiento de Dios, es decir, una condición pecaminosa. Cuando Adán y Eva decidieron reemplazar la voluntad de Dios por su propia voluntad, el pecado entró al mundo, y la verdadera paz se alejó de la vida del ser humano.
Nunca obtendremos paz a través de los cambios políticos. Nunca podremos comprar la paz, o crear un ambiente de paz, cambiando las cosas que nos rodean. La verdadera paz tiene su génesis en el perdón de los pecados a través de la fe en Jesucristo; y esta paz inunda cada vez más nuestro ser al someter nuestra vida al Espíritu Santo. Como dijo el salmista, «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo» (Sal. 119:165). Y San Pablo dice lo mismo en Filipenses 4:4-7: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». En este contexto, los pasos para la paz son:
(1) regocijarnos en el Señor
(2) regocijarnos mas
(3) ser corteses o actuar con gentileza
(4) reconocer que el Señor está cerca
(5) desechar toda ansiedad
(6) orar por todo y por todos con un corazón lleno de perdón y agradecimiento.
Jesús prometió que todos los que practican esto recibirán una paz que trasciende a todo el entendimiento de este mundo
SOLO
DIOS PUEDE BRINDARTE LA PAZ QUE TANTO ANHELAS NO DESAPROVECHES ESTA
GRAN OPORTUNIDAD ABRE LAS PUERTAS DE TU VIDA ACRISTO Y VERAS COMO SU
MISERICORDIA CAMBIA TU ENTORNO