Mantuve en desierto sin gota de agua para tomar,
Sentí morirme en la brasas de una caldera
infernal.
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Resurgí de un hoyo profundo, porque doblegarme de ningún modo pasó
por mi cavilar.
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Escalé montañas pedregosas sin sogas, con mis manos
y las piedras rasparon mi piel sin piedad.
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Surgí de lo profundo del remolino y respiré cuando mi
boca se abrió en la superficie del mar.
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Rompí cadenas que me ataban, con la fuerza que hice
porque allí amarrado ya no quería estar.
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Caminé largas vías sin automóviles
ni carruajes rápidas que me pudieron transportar.
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Salí de tinieblas cuando decidí a mi Salvador adorar.
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Autor: Jimmy Baez Jusino
