GOZO EN MEDIO DEL DOLOR

Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían" (Hechos 16:23-26).
 
La verdadera fortaleza se demuestra en la alabanza
Estas acciones, si bien son nobles, todavía no son la perfecta voluntad de Dios. Padecer, sufrir y soportar son acciones que todavía nos pueden hacer aparecer como débiles, como si nosotros aceptáramos padecer porque no nos queda otra opción; que tenemos que sufrir porque los demás son más poderosos, así que no podemos rebelarnos contra ellos. Estas acciones, si bien son loables, no son la verdad completa; porque somos llamados también a gozarnos en la tribulación, a cantar en medio del dolor, y a tener paz en medio de la tormenta. Recién cuando un cristiano se goza en la tribulación, cuando canta en medio del dolor, como aquí Pablo y Silas, entonces se manifiesta en él la verdadera fortaleza.
Los cristianos somos aparentemente débiles, aparentemente frágiles; aparentemente, nos pueden avasallar. Pero dentro de nosotros hay una tremenda fortaleza: tenemos dentro de nosotros el Espíritu de resurrección con que el Padre levantó a Jesús de entre los muertos. Así que, hermanos, vamos a hablar un poco hoy acerca del gozo, acerca de la paz, acerca de la plenitud, de la felicidad, de la dicha que nosotros los cristianos somos llamados a experimentar aun en medio de las circunstancias más terribles.
El apóstol Pablo dice en una de sus epístolas: "...como entristecidos, mas siempre gozosos". Creo que esa frase expresa muy bien lo que es la vida cristiana, lo que es la experiencia común de un cristiano. Pablo, el mismo que aquí en la cárcel de Filipos cantaba himnos a Dios cuando su piel estaba desgarrada por los azotes, cuando sus pies estaban aprisionados en el cepo, cuando las llagas de su cuerpo estaban abiertas. ¿Pablo estaba llorando? ¡Estaba cantando himnos a Dios!
El himno, a diferencia de un 'corito' o de una canción, se caracteriza por ser solemne. Es como llenar de gloria un ambiente, para Dios. Hay muchos himnos gloriosos que escribieron hermanos del pasado. Los escribieron mientras estaban encarcelados, o bajo fuertes tribulaciones. Ellos podían decir: "Hay una paz en mi alma que inunda mi ser, una paz que el mundo no puede dar". Cristianos que habían perdido seres queridos, que habían sufrido tragedias, desgracias, podían componer himnos como esos, himnos de victoria, como los que Pablo cantaba. "Como entristecidos, mas siempre gozosos".
Hay en esto una paradoja. ¿Por qué nosotros cantamos en los velorios? ¿Por qué llevamos una guitarra para el cementerio? Porque la vida cristiana, amados hermanos, aunque tiene lágrimas, es sobre todo una vida de gozo. Llorando, estamos llenos de gozo; sufriendo, no tenemos amargura; porque aun los sufrimientos nos transforman, nos edifican.
Pablo en Filipos
Pablo tuvo esta experiencia en Filipos; encarcelado, llagado, cantando himnos. Así nació la iglesia en Filipos. Y es por eso que, cuando leemos la carta de Pablo a los filipenses, encontramos gozo, una y otra vez. "Gozaos, gozaos en el Señor siempre... Os digo: regocijaos". Para los hermanos de Filipos, Pablo era un hombre muy conocido por el gozo en medio del dolor, en medio de la prueba. ¿Quién era Pablo para los hermanos de Filipos? Era el hombre que cantaba himnos mientras estaba encarcelado. Por eso, cuando leemos Filipenses capítulo 3, por ejemplo, encontramos: "Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor".
Tengamos la Biblia a la mano, y consultémosla, porque aquí está la verdad de Dios. Tenemos que afirmar nuestro corazón en la verdad. Filipenses 3:1 dice: "Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor". Mire Filipenses 2:29 -se está refiriendo a algún hermano que está exhortando a que lo reciban-, dice: "Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo".
Ahora, versículo 4:4. "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!". Aquí la palabra está entre signos de exclamación. Pocas veces la Escritura tiene expresiones entre signos de exclamación. ¿Cuándo escribió Pablo esta carta? ¿En qué circunstancias de su vida escribió esta carta? ¿Estaba en un hotel de cinco estrellas? ¿Estaba en una hamaca tomando la brisa de la tarde? ¿Estaba tomando el sol en una playa? ¡Estaba en la cárcel en Roma!
Ustedes saben que los emperadores romanos no eran muy amables con los presos. Eran terribles las condiciones de insalubridad, de mugre, que había en una cárcel romana. Y ahí Pablo, en medio de toda esa circunstancia adversa, dice: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!".
Hermanos, no estamos diciendo que no hay penas, que no vamos a derramar lágrimas. No estamos diciendo que tal vez mañana no tengamos alguna prueba que nos parta el corazón. Lo que estamos diciendo es que la vida cristiana es una paradoja. Es esto, es la muerte que nos circunda, es la muerte que nos quiere subyugar y atacar; pero es la vida de resurrección que está dentro de nosotros, y la vida sobrepuja a la muerte. Pablo escribe Filipenses en la cárcel, y esta es la epístola del gozo. Por fuera, había tempestad, pero adentro gobernaba la paz.
En Cristo no hay ansiedad
¿Estás preocupado, ansioso y agitado? Mira arriba. Ve al Hombre, a Jesús, en la gloria. Deja que el rostro de Jesús resplandezca sobre ti, el maravilloso rostro del Señor Jesucristo. ¿Acaso Cristo está angustiado, agobiado? No se ve en su frente ni cuidado ni sombra de ansiedad. Cristo ha vencido. Él está sentado en su trono, y los cristianos estamos unidos a él, al trono de Dios. Hay sufrimientos. Sin embargo, dentro de nosotros hay una fuente, hay un agua que brota, hay una paz que sobrepasa todo entendimiento, hay una vida poderosa que puede más que los problemas.
El cristiano más maduro y espiritual, hermanos, no es el más ceñudo, el que está siempre así como aproblemado, como que lleva toda la carga del universo sobre sus hombros. No es el más severo, no es el más estoico, sino aquel que se goza en el Señor en todo tiempo. Hermanos, ¿hemos perdido la sonrisa, hemos perdido la alabanza? Cuando la iglesia está cantando, ¿cómo está nuestro rostro, cómo está la actitud de nuestro corazón? ¿Hay circunstancias tan terribles que nos impiden bendecir a Aquel que nos rescató?
En Su presencia hay plenitud de gozo
Dice la Escritura que nosotros somos guardados por la paz de Dios. "Y la paz de Dios gobierne vuestros corazones". Oh, hermanos, tenemos paz. El Señor nos dio su paz, el Señor nos dio su gozo; esta es nuestra posesión, es nuestra herencia. A propósito de herencia, Salmo 16. Este salmo lleva por título en esta versión de la Reina-Valera: "Una herencia escogida". Y se habla aquí, como en el 5, por ejemplo: "Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa". Y fíjense ustedes cómo termina este salmo de la herencia. Versículo 11: "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre".
Hermanos, ¿Dios es un Dios hosco, huraño, enojón, un Dios con el ceño fruncido? No. Dice: "En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre". Hermanos jóvenes, les voy a hacer una invitación, un desafío también. ¿Están sufriendo por algún desengaño? ¿Están sintiéndose frustrados en el corazón porque el objeto de su amor no le corresponde? ¿Están decepcionados porque no quedaron en la Carrera que querían? ¿Están pasando por una tribulación porque el papá y la mamá les tocaron un poquito? ¿Se sienten decaídos? Hermanos jóvenes, en la presencia del Señor hay plenitud de gozo.
Las horas más felices de mi juventud, desde que conocí al Señor, las pasé en íntima comunión con Dios. A veces solo, a veces con algún otro hermano, orando, alabando al Señor con una guitarra, a todo grito a veces. ¡Qué gozo más grande! ¡Qué delicia, hermanos, tener a Jesús! Qué delicia que el Espíritu Santo esté adentro de nosotros, y corra y fluya como río. Hermanos, no nos olvidemos. El mundo busca la felicidad, y hace montones de cosas y busca vestir bien, comer bien, tener honra, éxito, pensando que eso lo llenará de gozo. Pero la plenitud del gozo, el gozo pleno, absoluto, perfecto, sólo se puede hallar en Cristo. Y esto no es una teoría, hermanos; no es un slogan. Jóvenes, en Cristo está la plenitud del gozo. "Delicias a tu diestra para siempre".
Creo que nos falta recuperar esta área de nuestra vida cristiana. A veces somos muy serios, somos muy formales, somos muy parcos, somos muy melancólicos.
El Señor Jesús hace todo ambiente atractivo
Un cristiano que ha hallado su reposo en Cristo, es feliz. Hermano, ¿eres feliz de verdad? ¿Tienes tu satisfacción, tu deleite, en Cristo; todo en Cristo? Entonces, eres un hombre feliz. Eso tiene que notársenos también en toda nuestra manera de ser. ¿Cómo nos saludamos? ¿Cómo nos abrazamos? Cuando nos encontramos en la calle, ¿nuestro rostro dibuja una sonrisa de gozo? Que el Señor nos ayude. Toda esa melancolía que viene del mundo, ese desencanto, esa tristeza del mundo, que agobia, reprendámosla también.
En el cielo, habrá un estado de sumo gozo y paz; pero también aquí tenemos a Aquel que alegra el cielo. ¿Quién hace que el cielo sea tan atractivo? ¡El Señor Jesús! Saquen a nuestro Señor del cielo y el cielo entonces será un lugar común y corriente. El cielo puede estar aquí hoy, y de hecho está, porque el Señor está en medio nuestro. ¡Bendito es su nombre!
No quisiera hablar más; con esto es suficiente. Pero quisiera dejar con ustedes este sentir. Hermanos, tenemos razones más que suficientes para atropellarnos en la proclamación, en la expresión de alabanza, en la expresión de adoración. Aunque sea una frase, una proclama breve. No necesitamos extendernos demasiado, porque de esa manera podríamos impedir que otros hablen. Todos nosotros tenemos razones para estar felices; todos nosotros tenemos razones para alabar y bendecir al Señor.
El reino de Dios es justicia, paz y gozo. Justicia en el sentido de que hay el carácter justo de Dios. Luego, el gozo y la paz, dones invaluables, preciosos, que el Señor nos ha dado. Que nuestra alabanza y nuestra adoración sea más libre. Queremos expresar la riqueza que hay dentro; queremos expresar la paz y el gozo que tenemos dentro. Que ninguna circunstancia exterior nos avasalle, porque somos más que vencedores. El Señor nos ayude.
Por: Eliseo Apablaza

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