Mensajes Cristianos para Mujeres
Proverbios 5:1-4 “Hijo mío, pon atención a mi
sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas
la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera
fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al fin resulta
más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos.”
Cuentan mis cuñadas e incluso mi hermana mayor,
que había una vez una niñita consentida de su padre, que hacía lo que en
ganas le venía. Por ejemplo no le gustaba que le lavaran el cabello,
menos que la peinaran, más de una vez el cabello largo de esa nena
parecía una escoba seca porque si su papá llegaba justo cuando estaban
martirizándola, es decir, enjuagándole el cabello lleno de shampoo, la
salvaba de sus enemigos con una toalla, sin importar que un jabón sin
enjuague convierte el cabello en casi una escoba seca.
Mi padre tenía un dicho: “Ella entiende si le
hablan bonito”, pero si le gritan o maltratan no entiende, se asusta y
así sólo empeoran las cosas, “Háblenle suavemente”.
Esta filosofía de mi papá la lleve a mi relación
matrimonial: “No te molestes (si por décima vez cocine el arroz),
háblame bonito que sólo entiendo cuando me hablas así, si te pones
violento, no entiendo nada” y por supuesto que también la lleve a mi
maternidad: “No les grites a mis hijitas, ellas son como yo, a ellas les
gusta que les hables suavemente”-
Sí claro, hay que imitar a Dios que nos pide ser
suaves, que no nos encrespemos a la primera, que tengamos reacciones
prudentes, que seamos sabios al hablar, pero no hagamos eco de la
filosofía de “Martita la del pelo seco” que se salía con la suya
aprovechando su condición de consentida de papá.
La suavidad del trato de Dios es opuesta a la
melosidad de la mujer mala, ella es hipócrita, sus palabras parecen
miel, su lenguaje parece más suave que el aceite pero en el fondo de
ella hay amarga hiel, todo en ella es torcido y encima no lo reconoce
(Proverbios 5:3)
¿Quieres ser suave en tus palabras? No seas
engreidora, nos seas melosa, no te esfuerces en adular, ¡no seas
hipócrita! Imita a Jesús, El es apacible y humilde de corazón, su yugo
es suave, su carga no pesa, es liviana, su manera de ser trae paz Mateo
11:29-30. “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y
humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo
es suave y mi carga es liviana.”
Hay gente que no cambia de conducta, no tiene
temor de Dios. Levantan la voz a sus amigos, su voz aparenta ser blanda
como la manteca, pero en el fondo sus pensamientos son belicosos, sus
palabras parecen más suaves que el aceite, pero en realidad no son sino
espadas desenvainadas. “Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor
de Dios. Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus
compromisos. Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos
son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son
sino espadas desenvainadas. Salmo 55:19-21.
No te estoy pidiendo que seas suave al punto de ser melosa, e hipócrita. Dios te pide sobre todo que tengas temor a Dios.
Con suavidad de palabras te exhorto
Martha Bardales