Con
el transcurrir de los años, he sido testigo como muchos de mis amigos
cristianos dejaron de luchar debido a que cedieron ante las tentaciones
que el enemigo les ofreció.
He
visto como muy bueno cristianos, jóvenes, talentosos y con un espíritu
de servicio tremendo, han caído en el pecado. No te voy a negar que en
momento determinado, si no mas bien siempre, me he sentido mal al saber
que prefirieron el pecado, antes que ser fieles a Dios.
Pero
hay una cosa que no soporto, algo que Dios no me dio el privilegio de
poder soportar dentro de mi y es el hecho de escuchar como muchos se
convierten en jueces de aquellos que un día cedieron al pecado.
Yo
no soy un cristiano perfecto, que Dios sea quien juzgue mi relación
personal, pero no soporto escuchar comentarios de personas que están
haciendo leña del árbol caído.
¿Quién te constituyo juez?,
porque juzgas a aquel que cayo en pecado, ¿Acaso estas libre tu de
pecado?, porque si es así, deberías estar en el cielo y no en esta
tierra con ese cuerpo corruptible. ¿Por qué en lugar de ayudar a tu
hermano caído lo terminas de hundir?.
Es
una lastima ver como personas que dicen llamarse cristianos pueden
juzgar a su mismo cuerpo. ¿Quién de nosotros no ha pecado?, no me vayas a
venir a decir que tu jamás has pecado, porque seguro que te apedreo. Es
fácil juzgar el pecado de los demás, pero ¿Porque no comienzas juzgando
tu pecado?, ese pecado que quizá no esta tan a la vista como el de el
hermano que ha caído y que todos se han enterado, ese pecado oculto de
la masturbación, ese pecado de la mentira, ese pecado del odio o rencor
que hay dentro de ti, ¿Acaso no es pecado también?, entonces ¿Por qué juzgas el pecado visible y el invisible no?, claro invisible para las personas, pero no para Dios.
Delante
de Dios no hay escala de pecados, así como el que le quita la vida a
otra persona comete un pecado, así también aquel hijo que le miente a su
padre, comete la misma categoría de pecado, porque Dios no tiene
categorías de pecado, para Dios pecado es pecado, no importa el volumen
que nosotros le queramos dar, para el suena igual.
Amigo mío, si realmente amas a Dios, no juzgues a tu hermano, al contrario, ayúdalo, ora por el, dale palabras de aliento,
pero jamás, por favor, jamás lo juzgues porque eso no te compete a ti,
el único Juez justo es Jesucristo y El en lugar de juzgar perdona y restaura, sino pregúntale al Apóstol Pedro.
Ya no es hora de hacer leña del árbol caído, es hora de restaurar ese árbol para que de un lindo fruto, ese fruto del cual te sentirás orgullo de ser parte.
Autor: Enrique Monterroza