En
esta semana, nos corresponde responder una pregunta, que vino a ser Las
Curiosidades Bíblicas de esta semana, que ciertamente parece, a simple
vista, un evento un poco confuso; primeramente veamos lo que la Biblia
nos dice en Marcos 11:12-14, 20-21
"Al día
siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos
una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo;
pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de
higos... 19-21 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. Y
pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las
raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera
que maldijiste se ha secado".
De ahí surge la pregunta ¿Por qué Jesús maldijo
a una higuera por no tener higos, especialmente cuando el texto dice
que “no era tiempo de higos”?
Algunos escépticos y enemigos de la Palabra
califican esta historia como absurda y hasta se atreven a decir que Él
lo hizo para mostrar al mundo cuánto Dios odia a los higos”. También
otros expresan que el maldecir a una higuera por no tener fruto en marzo
es como patear a un perro porque no puede hablar inglés, castigándolo
por su incapacidad de hacer lo imposible. Sin duda que estas personas
son enemigos de la cruz de Cristo.
¿Es cierto que Jesús maldijo caprichosamente,
con ira y odio a la higuera por no tener fruto, incluso cuando era
imposible que el árbol produjera?
A través de investigación, descubrimos varias
razones por las cuales descubrimos que no hubo capricho, odio o ira
cuando Jesús maldijo la higuera; además de la aplicación espiritual.
San Marcos indica que el árbol tenía muchas
hojas. Según la Enciclopedia de la Biblia Estándar Internacional,
explica que durante el primer siglo crecían varias clases de higueras en
Palestina. Un aspecto muy importante del crecimiento de la higuera
tiene que ver con la relación entre las hojas y el fruto. Esta
Enciclopedia anota que los higos pequeños, conocidos por los árabes como
taksh, “aparecen simultáneamente en el eje de la hoja”. Este taksh es
comestible y “a menudo es recogido para ser vendido en los mercados”;
además, el escrito anota: “Cuando aparecen las primeras hojas en la
primavera, todas las higueras fértiles tienen algo de taksh... Pero si
un árbol con hojas no tiene fruto, será estéril por toda la estación”.
Por tanto, cuando Jesús se acercó a la higuera
frondosa, Él tuvo toda razón de sospechar que tendría algo comestible.
Sin embargo, después de inspeccionar el árbol, Marcos registra que “nada
halló sino hojas”. No había taksh brotando como debía haber si el árbol
produciría higos ese año. El árbol parecía tener fruto, pero solo tenía
señales externas (hojas) y realmente no era valioso para los que
viajaban.
Jesús no pasó su tiempo en esta Tierra
erradicando higueras estériles como un servicio ecológico para los
agricultores de Palestina de manera que el punto de tal acción abrupta
en contra del árbol se nota el contexto del evento. La intención de
Jesús llega a ser aparente en varios aspectos:
1) En el contexto inmediato, la higuera estéril
se aplica a la religión pretenciosa de los líderes judíos en Jerusalén.
Después de maldecir a la higuera, el texto dice que Jesús fue a
Jerusalén y comenzó a sacar a los cambistas del templo (Marcos
11:15-19). Las actividades en el templo que una vez habían sido
fructíferas y saludables habían llegado a ser vacías e inútiles. Cuidado
con aquellos obreros que solo viven de las apariencias por las
ganancias que obtienen.
2) También podemos decir, como señala un
teólogo, que la maldición de la higuera simboliza el juicio de Dios
sobre Israel por no llevar el fruto que él quería del templo. Esta
anuncia la purificación del templo y finalmente la profecía de su
destrucción en el capítulo 13”.
3) En un sentido general, Jesús a menudo
insistió que los árboles que no llevan fruto serán cortados (Mateo 7:19;
Lucas 13:6-9). La higuera no tenía fruto, era inútil y merecía ser
destruida—siendo la aplicación espiritual que cualquier ser humano que
no lleva fruto para Dios, pues será destruido a causa de su
improductividad.
De manera que, Jesús no hizo un berrinche, ni
maldijo a la higuera por odio o porque no le gustase los higos; Él
maldijo al árbol porque debió haber estado produciendo fruto ya que
tenía las señales externas de productividad.
Eso debe llevar a reflexión a todo aquel, que
al igual que la higuera estéril, sólo es apariencia, y a aquellos que
tienen una doble vida, aparentando de que es o que hace, pero delante de
Dios esta vacío. Mucho cuidado, porque es posible que se les este
acabando el tiempo. Debemos esforzarnos diligentemente para no ser
higueras estériles.