“ HAZME VOLVER, Y SERÉ RESTAURADO…” (Jeremías 31:18 NVI)
Si estás harto de sentirte como víctima, lee lo siguiente: “Ya no quería sentirme más así.
Pensé que si mi dolor les alcanzara, me sentiría mejor; pero no fue así.
Pensé que echándoles en cara su culpabilidad me sentiría mejor, pero no sucedió.
Pensé
que si le contaba a todo el mundo lo que me habían hecho me sentiría
mejor, pero tampoco dio resultado; y además, eso me hizo perder amigos y
me dejó una herida abierta.
Pensé que si reconocían sus agravios, me sentiría mejor; pero no los reconocieron, lo que empeoró la situación.
Pensé
que si pudiera entender por qué elegí ese tipo de relaciones me
sentiría mejor; entonces leí varios libros y hablé con consejeros.
Pero eso tampoco funcionó, porque cuando salieron a la luz otros problemas, no tuve la energía emocional para tratar con ellos.
Pensé
que el tiempo me curaría; el tiempo ayudó un poco, pero no me sanó,
porque seguía habiendo demasiadas cosas que desencadenaban los
recuerdos.
Pensé que si me mudaba de casa y de ciudad y cambiaba de trabajo me sentiría mejor.
Pero no fue así; sólo cambió la dirección postal, no lo que sucedía dentro de mí.
Por
fin, hice dos cosas que dieron resultado; no ocurrió de la noche a la
mañana sino de forma gradual, paciente y regular; al practicarlas más y
más, iban funcionando.
La primera, decidí perdonar –y seguir perdonando hasta que el pasado ya no ejerciera ninguna influencia sobre mí.
La segunda, le clamé a Dios. “Hazme volver, y seré restaurado…” (Jeremías 31:18 NVI).
Y Él oyó mi oración, mi perspectiva de las cosas empezó a aclararse y mi corazón a cambiar.
¿Por qué?
Porque por fin, el deseo de recuperarme fue mucho más fuerte que el de seguir sintiéndome víctima.”
Por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday
Enviado por Mariela