Un joven creyente
había obtenido permiso para anunciar el Evangelio a los detenidos en la
sala de una prisión. Mientras se dirigía hacia el estrado por el
pasillo central, percibió claramente la resistencia y la desconfianza de
la mayoría de los prisioneros, y comprendió que la introducción que
había preparado no convenía a ese público particular. En tanto que subía
los pocos escalones hacia el estrado y rogaba a Dios que le mostrara
cómo empezar, tropezó y cayó. Hubo muchas risas. El predicador se
levantó, tomó el micrófono y dijo: –«Amigos, exactamente para esto he
venido, ¡para decirles que un hombre puede caer y levantarse!».
Esto es lo maravilloso de la gracia de Dios: no excluye a nadie, ni siquiera al criminal más grande del mundo. “Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Quien quiera que sea usted e independientemente de lo que haya hecho, ¿no es un gran pecador? “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4). “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Dios sólo pide una cosa: que todo pecador le confiese sus pecados y crea en Jesús.
Esa gente tropezará y caerá, pero nosotros nos levantaremos y seguiremos de pie
Dios nuestro, ¡dale al rey la victoria! ¡Respóndenos cuando te llamemos! Salmo 20:8-9
Allí había una mujer que tenía dieciocho años de estar jorobada. Un espíritu malo la había dejado así, y no podía enderezarse para nada.12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: "¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!"13 Jesús puso sus manos sobre ella, y en ese momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.
Lucas 13:11-13
Esto es lo maravilloso de la gracia de Dios: no excluye a nadie, ni siquiera al criminal más grande del mundo. “Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Quien quiera que sea usted e independientemente de lo que haya hecho, ¿no es un gran pecador? “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4). “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Dios sólo pide una cosa: que todo pecador le confiese sus pecados y crea en Jesús.
Esa gente tropezará y caerá, pero nosotros nos levantaremos y seguiremos de pie
Dios nuestro, ¡dale al rey la victoria! ¡Respóndenos cuando te llamemos! Salmo 20:8-9
Allí había una mujer que tenía dieciocho años de estar jorobada. Un espíritu malo la había dejado así, y no podía enderezarse para nada.12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: "¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!"13 Jesús puso sus manos sobre ella, y en ese momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.
Lucas 13:11-13
Fuente: luminizate.com