CONDUCÍOS EN TEMOR TODO EL TIEMPO DE VUESTRA
PEREGRINACIÓN”
(1 Pedro 1:17)
(1 Pedro 1:17)
El hecho de que este mundo no es nuestra morada permanente explica
por qué a veces tenemos dificultades, decepciones y rechazo. Asimismo, explica
por qué parece que algunas promesas nunca se cumplen, algunas oraciones no son
contestadas y algunas circunstancias son injustas. ¡Esta vida no es el final!
Para evitar que nos aferremos demasiado a este mundo, Dios permite que
experimentemos cierta incomodidad –con anhelos que nunca serán cumplidos en
este lado del cielo. ¡No nos sentimos totalmente felices aquí porque no tenemos
que serlo! En cuanto estemos dos segundos en el cielo, miraremos aquí y
diremos: ‘¿Por qué le di tanta importancia a las cosas de la tierra?’ Cuando
mueras, ¡no dejarás tu casa, sino que irás a casa!
Imagínate que eres un embajador en una nación hostil. Tendrás que aprender su idioma y adaptarte a sus costumbres. No podrás aislarte, y para poder cumplir bien tus funciones, deberás entender lo que pasa a tu alrededor y relacionarte con los que te rodean. Pero ¿qué pasa si te enamoras de ese país y empiezas a preferirlo al tuyo? Tu lealtad y tu compromiso quedarán en entredicho. En lugar de representar a tu país, te comportarás como un traidor. La Biblia dice: “…Somos embajadores en nombre de Cristo…” (2 Corintios 5:20). Por ello, no te apegues demasiado a lo que está alrededor, porque es temporal. “…Los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutaran, porque la apariencia de este mundo es pasajera” (1 Corintios 7:31). Por lo tanto, usa las cosas de este mundo, sácales el máximo provecho para cumplir los fines de Dios, pero ¡no te apegues a ellas!
Por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday
"Por amor de Sion no callaré y por amor de Jerusalén no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra..." (Isaías 62:1,7)