Léase: Juan 4:1-42
Esta mujer no podemos decir que fuera un modelo de virtudes. El hecho de que cinco maridos se le murieran no puede achacársele como culpa suya, pero sí el que, cuando fue al pozo y encontró a Jesús, estuviera viviendo con un hombre que no era su marido.
Era
sin duda una mujer desenvuelta, no muy recatada, probablemente un tipo
que procuraríamos evitar si asistiera a la misma iglesia que nosotros.
Y sin embargo, Dios, en su Providencía dirige las cosas de tal forma
que esta mujer mundana, superficial y probablemente inculta, recibe una
revelación extraordinaria, pues Jesús le habla de términos de gran
profundidad y simbolismo, que se reservaba para ocasiones solemnes.
La
mujer va al pozo, donde se halla Jesús sentado. Le pide de beber, pero
sólo como excusa para entrar en un tema más profundo. La mujer de
momento no entiende lo que dice, pero Jesús, poco a poco, le pone
delante una visión espiritual y delicada que nos asombra pensar como
podría ser captada por la mujer. Algunos no han vacilado en llamar esta
entrevista pura ficción, una alegoría. Sabemos que fue real y
conocemos el resultado de esta conversación.
La
lección para nosotros es clara. Nos habla del concepto que tenemos de
nuestra propia piedad: probablemente trataríamos de evitar a una mujer
como la de Sicar, dándola por un caso perdido. Jesús en cambio la
escogió para convertirla y le indujo a hacer una confesión de fe.
Al mismo tiempo nos reprende a nosotros porque nos consideramos buenos y nobles. Nosotros pertenecemos a los que dicen, según las Escrituras: "Apártate de mí, que soy más santo que tú." El relato de la mujer de Samaria nos deja corridos y avergonzados. La gracia de Dios permanece soberana e independiente. Busca a los perdidos, no a los justos. Lo que cuenta es si es posible tocar la conciencia. Era posible en el caso de la mujer de Samaria.
Al mismo tiempo nos reprende a nosotros porque nos consideramos buenos y nobles. Nosotros pertenecemos a los que dicen, según las Escrituras: "Apártate de mí, que soy más santo que tú." El relato de la mujer de Samaria nos deja corridos y avergonzados. La gracia de Dios permanece soberana e independiente. Busca a los perdidos, no a los justos. Lo que cuenta es si es posible tocar la conciencia. Era posible en el caso de la mujer de Samaria.
Fuente Avanzapormas
Enviado por Sonia Judith Rivera Hernández