Usted dice que debemos pasar tiempo con la familia, que debemos leer con ellos, hacer oraciones, pero la verdad es que a mí me falta tiempo. Yo trabajo todo el día. Salgo temprano por la mañana, apenas desayunando a las corridas y regreso de noche apenas para cenar, agotado y sin ánimo.Muy interesante su observación y su argumento. Sin embargo yo quiero responder a su carta, porque usted no está solo en esta "corrida de la vida". En primer lugar, le quiero recordar que la vida es mucho más que correr y trabajar y seguir corriendo. La vida es mucho más que ganar dinero, comer, descansar, ver televisión y seguir corriendo.
Le quiero preguntar en este día, ¿cuánto tiempo hace que no mira a su familia en el rostro? Hoy, ¿le ha dado un beso a su esposa antes de salir para la oficina o para su trabajo? ¿Le ha dicho después del beso: "Eres hermosa, querida"? ¿Se ha detenido para mirar a sus hijos al rostro en las últimas veinticuatro horas? ¿Ha dado gracias a Dios por su esposa y por sus hijos?Deseo transmitirle lo que dijo el poeta: "De vez en cuando hay que detenerse en la vida y oler las rosas en el camino de la vida". En nuestras grandes ciudades especialmente, en el día moderno, el apuro y la presión contra el reloj nos llevan a correr y olvidar que la vida es para vivirla. Nuestra esposa, nuestros hijos son para mirarlos, admirarlos, para comunicarnos, para vivir armoniosamente con ellos. Al fin, cuando se acabe nuestra vida, cuando los hijos se hayan ido del hogar, ¿de qué sirvió todo el correr si no disfrutamos de la comunión, amistad y la intimidad de nuestros seres queridos? ¿De qué valió nuestro paso por este mundo si no pudimos dispensar un poco de amor ni siquiera a los seres más queridos?Hay millones en todo el mundo moderno que nunca le dan tiempo a su esposa nia sus hijos. Sin embargo, el viejo y hermoso libro de la Biblia, inspirado por Dios, dice:"Los esposos, por su parte, deben mostrar a sus esposas el mismo amor que Cristo mostró a su iglesia. Cristo murió para hacer de ella una iglesia santa y limpia. Así deben amar los esposos a sus esposas, como parte de su cuerpo.
El hombre que ama a su esposa se ama a sí mismo." (Efesios capítulo 5) El mejor ejemplo de amor hacia nuestra esposa lo vemos en el amor de Cristo para con nosotros. ¡Cuánto nos amó Jesucristo, que siendo tan rebeldes y pecadores, vino al mundo, se hizo hombre, y dio su vida por nosotros en la cruz; dio sus sangre en el madero del Calvario! Y si Cristo nos amó a nosotros siendo tan infieles y pecadores, ¿no hemos de amar nosotros a nuestra esposa y a nuestros hijos dedicándoles parte de nuestro tiempo? Sí señor, en estos días yo sé que tiene poco tiempo por estar tan ocupado en su trabajo. Pero mire a su esposa, ámela, dígaselo, haga lo mismo con sus hijos, y así va a estar demostrando un poquito más del amor de Cristo en su hogar y además se sentirá mejor en lo íntimo de su alma.
Escriba a Luis Palau: Apartado 15 Guatemala, Guatemala
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