EL SEÑOR ENJUGARA TODA LAGRIMA

¿Tienes niños pequeños en casa o recuerdas cuando los tuyos lo eran? Como corrían a ti buscando protección y consuelo. Que sentimiento tan maravilloso y especial vivimos las madres cuando nuestros pequeños nos necesitan. Aquellas veces cuando se han caído o lastimado y vienen a nosotras llorando para mostrarnos su rodilla o el codo lastimados y se refugian en nuestros brazos por un momento.
Levantando su cabeza fijan sus ojos en los nuestros y nuestra primera reacción es limpiarles las lágrimas. Los abrazamos y consolamos antes que en pocos segundos ya corren otra vez a jugar con sus amigos.
Quizás te recuerdes a ti misma cuando eras pequeña. Llena de vida y no te quedabas quieta por un momento. Jugabas y corrías detrás de tus hermanos. Las veces que te habrás caído y lastimado. ¿Cuál era tu primer reacción?, llorar y correr a los brazos de papá y mamá para encontrar consuelo.
Charlando con una amiga estos días me contaba que había tenido un desacuerdo con su esposo y se habían dicho cosas desagradables. Aunque ya no era una niña y estaba muy grande para sentarse en la falda, tuvo la necesidad de que su madre le quitara las lágrimas de sus ojos y la abrazara con ese cariño que sólo las mamás saben brindar.
Dio a su hija el regalo más grande que en ese momento necesitaba: sufrió con ella. No pudo quitarle los problemas, pero si ofrecerle palabras de consuelo de la Biblia y orar para que la paz de Dios la confortara a pesar de las circunstancias.
Estas experiencias ilustran un deseo muy importante que todas tenemos, cualquiera sea nuestra edad. Todos imploramos consuelo cuando tenemos nuestro corazón quebrantado. A veces puede ser por cosas insignificantes como un desacuerdo, una pelea con algún amigo o familiar. Pero están esas ocasiones cuando estamos profundamente heridas por la rotura de nuestro matrimonio, la pérdida del trabajo, la muerte de un hijo, padre o amigo cercano. Nuestras circunstancias pueden cambiar, pero cuando estamos heridas, nuestra necesidad básica de consuelo no cambia.
Buscar consuelo en quienes confiamos es muy importante y nos ayuda, pero hay UNO que siempre está listo para consolarnos en todo momento en que lo necesitamos. ¡Siempre está accesible! En la Biblia, el profeta Isaías dijo que Dios quitará toda lágrima de sus rostros. Dios nos cuida y nos consuela, así como una madre consuela a sus hijos cuando están heridos.
Puede ser que estés pensando, “Nadie cuida de mi. No tengo a nadie que se interese en mi cuando estoy herida… ¿por qué Dios cuidaría de mi?”. La Biblia nos asegura que somos creación suya…El te creó y quiere sólo el bien para ti. Leemos en la Biblia la historia de una mujer lisiada que cuando Jesús la vió, la sanó. El la llamó una hija de Abraham, a quien Satanás había esclavizado por 18 largos años. Hay muchos de esos relatos en la Biblia que muestran a Jesús sanando hombres, mujeres y niños. La compasión de Jesús y Su poder sanador demuestran el amor de Dios y su capacidad para hacernos bien, no importando cuál sea esa necesidad.
Cuando Jesucristo vino a la tierra vivió y murió por nosotros, mostrándonos a ti y a mí que Dios nos quiere libres de nuestros pecados y del mal. A Él le agrada limpiarnos las lágrimas y quitarnos el dolor, cuando nosotros le contamos nuestros defectos y fracasos y admitimos que estamos doloridos por las cosas que hicimos mal Jesús nos ama lo suficiente como para limpiarnos las lágrimas de dolor cuando alguien más nos lastima. A El le agrada quitarnos las lágrimas de frustración cuando no podemos cambiar las circunstancias. El ve nuestras lágrimas de angustia cuando alguien que amamos está muy enfermo o fallece.
Una madre conoce, al primer llanto de su bebé que su querido hijo tiene alguna necesidad o dolor. De la misma manera Dios oye nuestros llantos, sabe y entiende nuestro dolor. Espera que ese llanto lo llevemos en oración delante de El de modo que pueda limpiar nuestras lágrimas. Nuestros cuerpos y nuestras circunstancias pueden ser dañadas, lastimadas, pero El quiere dar paz a nuestros corazones, Dios nos asegura de Su eterno amor si confiamos en El. Lo demostró al enviar a Su Hijo Jesús que murió en la cruz y resucitó para que creyendo en El tengamos vida eterna con El, libres de pena en los cielos, ¿no es maravilloso?
Quiero recordarte hoy que Dios siempre está listo para escuchar tu dolor y limpiar toda lágrima. Solo tienes que llegar a El como un niño lo hace con sus padres, confiando en que Dios te ama. El cuida de ti, te consuela en tus tristezas y las cambiará en gozo.
Entrega toda tristeza o sufrimiento a DIOS, EL nunca nos falla.
RECUERDA SIEMPRE QUE ERES LA NIÑA DE SUS OJOS, Y TE BENDICE.

Enviado por Lourdes del Carmen Gaber

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