Cuando
mi hijo Esteban entra en alguna habitación, a menudo recibe el respeto
inmediato de todos. Las personas quieren estrecharle la mano. Le
sonríen. Le felicitan. Le agradecen.
Sucede
en la iglesia. Sucede en los restaurantes. Sucede dondequiera que vaya,
siempre que lleve puesto su uniforme de la Marina de los Estados
Unidos.
Mientras
lleve el uniforme, Esteban recibe el respeto instantáneo porque todos
saben que está sirviendo. Él ha renunciado a muchas libertades y deseos
personales para poder servir a su país.
Las
personas respetan el servicio. Honramos a los oficiales de la policía
que están de servicio. Le rendimos homenaje al personal militar que
sirve. Pero, ¿le damos la misma honra y respeto a aquellos que están
prestando un servicio aún mayor -el servicio a Dios? ¿Les mostramos
respeto a nuestros pastores, misioneros y maestros de escuela dominical?
Las
Escrituras nos dicen que les demos honra a quienes se les deba dar
honra (Romanos 13:7). De manera específica, se nos dice que aquellos que
dirigen los asuntos de la iglesia por medio de la enseñanza y la
predicación deben recibir doble honra (1 Timoteo 5:17).
En
vez de criticar a tu pastor, maestro o líder espiritual, permite que
los demás escuchen tus palabras de gratitud y alabanza por su servicio.
Ora por ellos constantemente. Los siervos de Dios merecen nuestro
respeto y nuestra honra.
Honramos a Dios cuando honramos a nuestros líderes.
DIOS TE BENDIGA.