La Biblia nos revela dos tipos de mujer: la sabia y la insensata. La diferencia entre ellas está simplemente en la calidad de fe que cada una posee. El sabio rey Salomón escribió: “La mujer sabia edifica su casa; mas la necia son sus manos la derriba” (Proverbios 14:1).
La Mujer insensata permite que los sentimientos controlen su vida, aniquilando cualquier vestigio de fe. Sus emociones hablan alto en su corazón, a tal punto que confunde su raciocinio, haciendo que lo correcto le parezca equivocado.
Entonces, en vez de combatir los problemas, se vuelve indiferente a los mismos. Sin hablar del conflicto interior, que le impide descubrir cuál es el próximo paso a dar; pues cualquier actitud tomada sin fe va a conducirla a un modo de vida confuso.
En cambio, la mujer sabia jamás abandona su casa. Ella es fiel y permanece firme en su hogar, hasta que esté bien establecido. Ni el tiempo la desanima, pues ella vive por la fe, que nos hace ver más allá de cualquier circunstancia.
La fe no es limitada por el tiempo ni por las circunstancias, sino que es una certeza tan profunda que nadie puede arrancarla.
La mujer soltera también está incluida en ese contexto, pues la Palabra de Dios no especifica que “la esposa sabia edifica su casa”, sino “la mujer sabia”.
Y con una mujer sabia no hay tregua, no importa que tan difícil se torne un problema. Para ella es todo o nada; y ésta es la verdadera fe. Desistir no es una opción para la mujer sabia. Al final, ella es una guerrera, una mujer de Dios.
La fe que ella posee, una fuerza invisible e interior, muchos no la consiguen ver. Solamente más tarde verán los frutos. La Palabra de Dios dice aún: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10).
Las mujeres que poseen ese tipo de fe tienen un gran valor delante de Dios y de los hombres. ¿Y usted, amiga ? ¿Será que se ha rendido ante los problemas, o ha permanecido en la fe, que garantiza su futuro en Dios?