MI HIJO MIENTE

Fuente: Dª. Trinidad Aparicio Pérez

La mayoría de los padres se preocupan mucho cuando descubren que su hijo dice mentiras y no saben qué hacer para evitar que esto se convierta en un hábito. Conviene saber que antes de los seis años un niño no distingue entre la realidad y la ficción y por tanto, no miente de forma voluntaria e intencionada. Para estos niños agradar y complacer a sus padres es lo más importante, por lo que ocultan lo que no es de su agrado.

¿Por qué mienten?
Son varios los motivos que llevan a un niño a mentir:

1. Los niños que necesitan más atención y dedicación por parte de los padres tienen cierta tendencia a inventarse y crearse su propio mundo y, para ello recurren a la fantasía. La mayoría de estos niños se crean para sí mismos ese mundo imaginario e idílico en el que les gustaría vivir.

2. Los niños que tienen mucha imaginación a veces, cuentan historias inventadas y las viven como reales.

3. Dificultad para diferenciar la realidad de la ficción. Aunque, a partir de los siete años, el niño adquiere la madurez psicológica suficiente para distinguir la realidad de la ficción. Es entonces cuando empieza a tomar conciencia de que la mentira puede ser un recurso muy útil para utilizar según le convenga.

4. Niños inseguros y con baja autoestima mienten para impresionar con la intención de que los demás tengan una buena imagen de ellos. Además comprueban como reciben más atención por parte de los demás cuando cuentan estas historias.

5. Una minoría lo hace para aprovecharse de los demás y obtener algún beneficio. Otros lo hacen para evitar ser castigados.

¿Qué hacer para evitarlo?
1. Enseñar a los niños la diferencia entre la verdad y la mentira, entre lo que es real y la fantasía. Una buena ocasión para hacerlo es mientras se les está contando alguna historia o un cuento, hablarles de lo que es real y de lo que es de ficción en cada historia.

Es conveniente que los padres se asesoren que los cuentos y libros que compren a sus hijos sean los apropiados para su edad.

2. Crear un ambiente familiar basado en la confianza, enseñarles a los niños que todo no se puede hacer bien, que es normal cometer errores y hay que reconocerlos y que, de la mayoría de los errores siempre se puede aprender algo positivo.

3. No desconfiar de los hijos. A veces incitamos a los niños a mentir. Por ejemplo, si los padres castigan continuamente a sus hijos por todo lo que hacen, los niños pueden aprender a mentir para evitar tanto castigo. Por lo tanto, lo que se debe hacer es explicar que si dicen la verdad no habrá enfados. Para ello es aconsejable que el niño compruebe que no se le castiga por la falta cometida sino que les ayudáis con vuestro consejo y apoyo.

4. Enseñar la importancia de ser honestos con uno mismo y con los demás. La honestidad es una virtud que se les debe ir inculcando poco a poco desde que son pequeños.

5. Recompensarles y elogiarles por decir la verdad. Cuando los padres perciban que tras un pequeño esfuerzo el niño reconoce que ha hecho algo mal y dice la verdad, en ese momento se le debe reforzar por decir la verdad.

6. Es fundamental que los padres den buen ejemplo. Los niños tienden a imitar y copiar las conductas de los padres. Es aconsejable que los padres no inventen excusas, no hablen mal de los demás, que cumplan las promesas que hacen, que no inventen historias, que reconozcan que se han equivocado, etc.

Todo esto no es otra cosa que educar con el ejemplo, y si el niño vive esto desde muy pequeño no lo olvidará cuando sea mayor.

De lo contrario aprenderán que mentir es algo habitual que todo el mundo hace y a lo que se puede recurrir cuando estén en un apuro. La mentira se convierte en una rutina y empieza a desarrollarse un patrón serio de mentir. Es cuando se puede necesitar ayuda y atención profesional.

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