MUJER VIRTUOSA


La Palabra de Dios dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.” (Proverbios 31:10)

Amiga mía, usted, con seguridad, ya debe haber observado la vidriera de una joyería, con joyas lindísimas, con piedras preciosas, brillantes, en fin, una más linda que otra.
Entre tanto, por causa de su alto precio, pocos tienen condiciones de obtenerlas. Es privilegio de algunos pagar un justo precio por ellas. ¡Ahora imagine el valor que tiene la mujer virtuosa!.

Cuando Dios la prepara, Él tiene un cuidado especial para moldearla según Su carácter, colocando en ella cualidades que la hacen diferente. Usted se debe estar preguntando que es necesario para ser una mujer virtuosa.
¿Usted sabía que antes de tornarse una joya una barra de oro necesita pasar por el fuego? Solo el fuego es capaz de derretir un metal tan duro como el oro, permitiendo que él sea moldeado hasta transformarse en una fina joya. Es un trabajo que exige mucha dedicación y perseverancia.

¡Pues bien! De la misma forma, la mujer que sea disfrutar de esa transformación necesita permitir que el fuego de la presencia de Dios venga sobre ella, para lapidar todo lo que opaca su belleza.
Por lo tanto, ella debe tener un corazón sumiso a Dios. Así, quedará libre de sentimientos como: amargura, arrogancia, inseguridad, fragilidad, miedo e impaciencia.
Además de tanto otros que, naturalmente, serán sustituidos por confianza, alegría y fuerza, pues el Espíritu Santo transformará su entendimiento y le hará comprender el verdadero sentido de la vida.

A partir de ese momento la mujer seguirá la dirección de Dios y, sea cual sea el desafío que encuentre en su camino, estará segura y sabrá como actuar, pues Él la hará victoriosa.
Esta certeza solo existe en el corazón de la mujer que es transformada por Dios, y es exactamente esta comunión con Él que destaca su valor y su virtud.

¿Usted, amiga, desea ser una mujer virtuosa? Entonces reconozca que aún es como un piedra bruta, que necesita ser moldeada por Dios. ¿Y cuál es el hombre que tendrá el privilegio de obtener esa piedra preciosa?
Aquel que no se deja engañar por las apariencias. La comunión diaria con el Creador hará con que el Espíritu Santo lo capacite para conquistarla, pues no basta encontrar una linda mujer y que, aparentemente, llene los requisitos de un padrón personal.

Un hombre de Dios necesita tener a su lado alguien que lo acompañará por toda la vida. Apenas los que son ricos de la presencia de Dios tendrán el derecho de poseer esa piedra preciosa.
Imagine que alegría es tener una unión aprobada por Dios. De esa forma, todo colaborará para que la relación entre la pareja sea segura y fuerte. Al final tanto el marido como la esposa, a través del Espíritu Santo, tendrán la capacidad de superar las diferencias y vencer las dificultades, reaccionando según el corazón de Dios y formando un hogar feliz y duradero.

RECIBE MIL BENDICIONES.
Enviado por Lourdes del Carmen Gaber

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