La mujer simple es el blanco perfecto del diablo

En la primera guerra mundial se conoce de la historia del hijo de un rey que estaba dentro de las filas del ejército, en igual condición de combate que todos los demás, quien presumiendo de sus atributos de príncipe, como todos le ofrecían pleitesía, pensó que el enemigo seria en su vida un obstáculo más que podría superar.

Al entrar al campo enemigo fue sorprendido por una brigada y fue capturado. Durante un interrogatorio exigió que lo liberaran apelando a su condición de hijo del rey; sin embargo, por más que insistió, el comandante del ejército enemigo sencillamente dijo: “entiendo toda su situación, pero entiéndame usted a mí, usted está en el campo enemigo, ha sido capturado, y no puede volver atrás, por tanto su sentencia es: ser nuestro esclavo”.
Palabra de Dios dice en 1 Pedro 5: 8 que nuestro adversario el diablo, como león rugiente anda buscando a quien devorar. A él no le importa quiénes somos, dónde nacimos, ni los privilegios que podamos llegar a tener; ni nuestra posición, ni nuestros privilegios nos mantienen exentos de su ataque, sencillamente él es nuestro enemigo, somos su blanco y su objetivo primordial es destruirnos, y una vez que caímos en su trampa es muy difícil retractarnos. Eso fue exactamente lo que sucedió en la vida de una joven que quedó registrada en la Biblia, caracterizada por su simpleza lo cual la llevó a ser el blanco perfecto para el ataque de Satanás.
A través de la vida de Dina, veremos tres características de una mujer incauta, que la convierten en una presa fácil de atrapar:

La indiferencia:
Dice Génesis 34:1 “Salió Dina, la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver las hijas del país.”
Estudiando el trasfondo de la vida de Dina, podemos observar las siguientes cosas:
¿Quiénes eran sus padres?: Jacob y Lea, ella había crecido en un hogar en el que seguramente aprendió de la fe de sus padres.
Ella formaba parte de la descendencia de Abraham y por lo tanto era parte de la promesa: “Y haré de ti una nación grande y serás de bendición”. El propósito de Dios era que tanto ella, como su descendencia fueran de bendición.
No tan solo era la hermana menor de siete hermanos, sino también la única mujer, y seguramente eso le daba privilegios que la favorecían.
Sin embargo, dice el versículo 1: “Salió Dina a ver a las hijas del país.” Esta frase en el hebreo indica que deseaba hacer amistad con las cananeas, sin duda, quería conocer sus costumbres. Pero la cuestión era que no debía ir para aquel lado, porque había una orden de parte de Dios, de no trabar ningún tipo de amistad con esa gente. Pues su estilo de vida, no era del agrado de Dios. Ahora bien, ¿podría ser que Dina era ajena a la fe de sus padres? ¿O quizás hacía oído sordo a lo que se le enseñaba?
Dina obró con indiferencia respecto al plan que Dios tenía para ella, y salió a “ver”, se fue tras el deseo de sus ojos y buscó satisfacer su curiosidad con cosas nuevas, sus deseos fueron más fuertes que ella y la expusieron por completo al ataque del enemigo.
Ella seguramente era muy joven y por lo tanto muy ingenua por eso se fue tras el deseo de su corazón, tuvo en poco la Palabra de Dios, por que para ella eran sólo palabras, y nunca se había apropiado de ellas.


Para Satanás fue suficiente solo una vez de descuido, para atacar y llevar a cabo su plan.
¿Cuál es mi actitud para con la Palabra de Dios y su plan para mi vida? La indiferencia, mostrarnos insolentes y confiadas nos califican como mujeres insensatas (Prov.14:16b) y por consiguiente nos convierte en mujeres simples, que pasan y que reciben el daño, y eso mismo fue lo que le sucedió a esta joven.

La imprudencia:
Dina no se quedó con el simple hecho de ver sino que se fue mostrando, ella pensó que tenía el control de la situación, que sólo saldría para divertirse con las cananeas, descubrir cosas nuevas y pasar un buen rato, pero Satanás ya le había preparado la trampa, su simpleza la indujo directamente a la boca del león.
Al salir, ella se expuso a los peligros y traspasó los límites que la colocaron en un plano, en el que no tuvo la oportunidad de volver hacia atrás.
Gen 34:2 dice “Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró.”
Dina, quien entonces tenía 14 o 15 años había sido marcada por el resto de su vida tal como la mujer simple, ella pasó y recibió el daño, cayendo en la trampa del enemigo. No podemos jugar, negociar ni flirtear con el Príncipe de este mundo, porque siempre saldremos perdiendo.
Nuestra vida es un precioso regalo de Dios, pero si por nuestra indiferencia a Su voz, y nuestra imprudencia, nos exponemos en este mundo, a ser el blanco del diablo y permitimos “que jueguen con la cinta del paquete”, nuestro enemigo va a querer desatar el moño, abrir ese regalo y destruir todo lo que hay dentro. Eso no es lo que Dios quiere, en el caso de Dina, se suponía que su propósito era ser de bendición, pero la encontramos deshonrada y solo porque “salió a ver…” y terminó atrapada.
¿Crees que esto ya es demasiado? pregúntale a Dina, quien jamás se imaginó las consecuencias que trajo su actuar indiferente, imprudente, pero también inconsciente.


La inconsciencia:
La Biblia nos dice en el mismo capítulo, como terminó esta “excursión” de Dina.
Después de haberse acostado con Dina, Siquem quería casarse con ella, así que Hamor, padre de Siquem fue a negociar con Jacob y llegaron al acuerdo de que las dos familias se emparentasen bajo la condición de que la familia de Hamor se circuncidase. Hicieron el trato y al tercer día, cuando más incapacitados estaban, Simeón y Levi, hermanos de Dina, ejecutaron una guerra de venganza. Mataron a todos los hombres de Siquem, así como a Hamor y a Siquem, rescataron a Dina y tomaron como botín a las mujeres y las riquezas de la ciudad.
¿Creen ustedes que Dina imaginó todo lo que sucedería como consecuencia de haber “salido a ver”? seguramente no. Su actuar fue inconsciente; y muchas veces nosotros tal como Dina no medimos las consecuencias. No somos conscientes del potencial destructivo de nuestro enemigo y mucho menos del alcance que puede tener nuestras malas decisiones.

Satanás y este mundo te quieren engañar haciéndote creer que puedes disfrutar del placer a tu manera, sin que haya dolor. Eso es mentira, recuerda que es “el simple quien recibe el daño, más el avisado ve el mal y se esconde”, “El simple todo lo cree; más el avisado mira bien sus pasos”.
La anécdota del comienzo, habla del hijo de un rey. Dina era HIJA DEL REY, pero al igual que el joven de la historia, terminó siendo esclava del diablo. Ella estaba bien con su familia, se sentía protegida por ella, pero quiso “probar” y se encontró de frente con una realidad, que aún no estaba preparada para enfrentar. Querida joven ABRÍ LOS OJOS, tu vida, tu cuerpo, es como el paquete de regalo, que sólo tiene que ser abierto por EL DUEÑO, nadie más lo tiene que abrir.
“Hija mía, no te olvides de mi palabra, y tu corazón guarde mis mandamientos, fíate de Dios de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabia en tu propia opinión; teme a Dios y apártate del mal”.


Autora: Silvia Truffa


Gracias por tu visita. Dios te Bendiga

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