“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
Salmos 42:2 (Reina-Valera 1960)
¿Has llegado a un momento en tu vida en donde por alguna razón le estas pidiendo algo a Dios y al reflexionar sobre tu vida te das cuenta que tú no le estás dando nada a Él?
La mayoría de nosotros tenemos grandes necesidades que por cierto esperamos que Dios pueda suplir, somos muy buenos para pedir, pero somos muy malos para dar.
Por una parte queremos que Dios nos de todo lo que pidamos, pero por otra parte nosotros no queremos dar nada a Él, exigimos, pero no nos exigimos a nosotros mismos para vivir una vida más agradable a Dios.
A veces hasta llego a sentir un poco de vergüenza al pedirle a Dios algo y al mismo tiempo darme cuenta que yo no le estoy dando nada a Él.
¿Qué podemos darle a Dios que Él no tenga?, hablando en sentido material, nada, pero más allá de lo material podemos darle a Dios nuestro corazón, nuestra sincera intención de vivir para Él, de servirle, de ayudar a otros a encontrar este camino que nosotros ya encontramos.
A veces me veo delante de Dios con manos vacías, sin nada que poder dar, pero sí mucho que exigir que Él me de, entonces, es allí en donde me veo en la urgente necesidad de sincerarme delante de Dios, reconocer mi falta de pasión por vivir conforma a su voluntad o de mejorar aquellas áreas de mi vida que muy bien sé que tengo que mejorar.
Quizá los últimos días has estado pidiendo con urgencia algo a Dios, quizá anhelas que pueda responderte a la mayor brevedad, sin embargo hay en tu vida muchas cosas que debes mejorar, pero que por alguna razón no has hecho nada por hacerlo, es allí en donde debes reflexionar lo mucho que quieres que Dios responda, pero al mismos tiempo lo poco que estás dando de ti para que Él se perfeccione en tu vida.
Dios puede contestar al instante o si gusta puede esperar para hacerlo, pero más allá de una respuesta de Dios nosotros deberíamos buscarlo con un corazón sincero, no solo porque necesitamos una respuesta urgente o un milagro sorprendente, sino porque estar a su lado es lo mejor que nos ha pasado, porque a pesar de vivir situaciones dolorosas y difíciles, Él nos da paz, esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento y que nos aumenta la fe para creer que si estamos junto a Él todo nos saldrá bien.
Hoy quiero motivarte a dar a Dios lo que puedas darle, no hablo de algo económico o material, sino más bien darle a Él toda tu intención de agradarlo, darle a Él todo tu deseo de ser mejor cada día, de buscarlo más, de edificar en ti una vida devocional.
Que cuando nos presentemos delante de Dios sea con un corazón dispuesto a buscarlo, a amarlo, a hacer todo para Él, a disponernos completamente para que su plan se cumpla en nuestra vida.
Vivamos cada día tratando de ser mejores cristianos, mejores amigos, mejores familiares, mejores hijos de Dios, mejores servidores y entonces Dios observará esa intención de nuestro corazón y el esfuerzo que hacemos diariamente por ser mejores en todo y como consecuencia sus respuestas comenzarán a fluir con libertad en nuestra vida.
Cuando nosotros tratamos de darle a Dios lo mejor de nosotros, Él nos responde con lo mejor para nosotros.
¡Presentemos delante de Él con un corazón sincero y transparente!
“Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.”
Salmos 5:3 (Reina-Valera 1960)
por Enrique Monterroza
Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org