(Mateo 26:6-13)
Hay un evento en la vida de Jesús que merece nuestra consideración. Jesús había sido invitado a cenar a la casa de un fariseo. Seguramente este fariseo al conocer de la fama de Jesús quería tener el privilegio de decir “en mi casa estuvo Jesús”! Era un tiempo en el cual no se acostumbraba utilizar zapatos, tampoco había asfalto en las calles, así que nos podemos imaginar como estarían los pies de Jesús. Pero cierta mujer se entera de la visita de Jesús en casa del fariseo y aprovecha la oportunidad para demostrarle todo el amor y la inmensa afección que tenia en su corazón hacia El.
Es interesante recordar el hecho de que por tradición judía luego de la reverencia del saludo, al entrar a una casa; el anfitrión le ofrecía lavarle los pies a su huésped. En esta ocasión al fariseo no utilizo este protocolo durante la visita de Jesús a su casa.
Cual no fue la sorpresa para todos cuando al llegar esta mujer a la casa de Simón el fariseo irrumpió en la casa llorando y sin que nadie pudiera evitarlo comenzó a lavarle los pies a Jesús con sus lagrimas y al mismo tiempo derramando su mas precioso tesoro; un perfume de nardo puro, y con su cabello le secaba los pies del Maestro. Esta mujer conocida como “la mujer pecadora” no la detuvo su condición ante la sociedad, ni le incomodo lo que la gente comenzó a decir: “sáquenla”, “es pecadora”,“que desperdicio de perfume” ; su amor a Jesús pudo mas que todo cuanto le rodeaba! Jesús aprobó con su intervención el gesto de María.
Simón el fariseo esperaba ganarse el favor de Jesús al hacer este gran banquete, pero por el contrario, obtuvo una reprimenda por la manera tan liviana de haberlo recibido. Sin embargo, esta mujer aparece espontáneamente a la escena, sin ensayar, sin ser esperada, sin invitación de cortesía y se gana el corazón del Maestro con su devoción, su amor y su sinceridad.
Con este acto de entrega que esta mujer realizo vemos la clase de adoración que sin lugar a dudas toca el corazón del Maestro. La Biblia señala en Juan 4:24 que “Dios es espíritu y los que le adoran en espíritu y verdad es necesario que adoren”.
Muchas veces nos centramos más en el programa que de Aquel para el cual programamos. Nos envolvemos y afanamos en tantas cosas que nos olvidamos de la verdadera adoración a Dios.
Amada, permite que tu casa y donde quiera que tu estés se llene de ese grato perfume que es tu mejor adoración!
Por: Pastora Lucy Carmona