Hablar de la muerte de nuestro Señor Jesús siempre es un tema del que hay mucho que decir, todos sabemos la manera cruel en la que murió, la Biblia nos menciona algunos detalles de todo lo que tuvo que vivir en sus últimos momentos, cada burla, cada desprecio, cada golpe, cada insulto que recibió y al que pudiendo responder prefirió permanecer callado.
Una verdad muy grande al leer y tratar de entender todo lo que sufrió es que jamás podríamos comprender el dolor que padeció, por mas que en nuestra mente tratemos de imaginar el dolor tan grande que pudo haber sentido simplemente sería imposible, nos quedaríamos cortas en medida.
Estando en la cruz, después de haber pasado por todo tipo de agresiones, intercedía por quienes le habían llevado a ese lugar diciendo “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, ¿Puedes imaginar ese momento en que escuchando y viendo todo lo que le hacían seguía pidiendo al Padre por ellos? Creo que para cualquiera de nosotras lo ultimo en lo que podríamos estar pensando ante una situación similar sería estar pidiendo a Dios que perdone a quienes están quitándonos la vida.
Creo que ni siquiera una persona que dice amarnos mucho, sería capaz de hacer y soportar lo que Jesús hizo por nosotras, y es que en la medida de su sacrificio esta también el tamaño de su amor, así como es incomprensible el dolor que vivió, también es imposible medir la grandeza de su amor, simplemente es algo fuera de nuestro entendimiento.
Su sacrificio en la cruz vino a darnos vida, la deuda de muerte a causa de nuestro pecado fue pagada a un precio muy alto, un precio que nadie mas podría pagar, con su sangre compró la vida de toda la humanidad, su vida a cambio de la nuestra, un regalo que aun sin merecer tuvo a bien entregarnos.
Un hombre que por amor entregó su vida, que permaneció callado cuando otro en su lugar habría dicho tanto, ese amor incomparable, insuperable, que pagó la gran deuda y que perdona toda condena, ese amor que ha permanecido a través del tiempo, que ha vencido a la muerte, que sobrepasa todo entendimiento, un amor tan grande al que no se le ve principio ni fin, un amor expuesto en la cruz, el amor de Jesús.
Autora: Maite Leija
Escrito para: www.mujerescristianas.org