El "Maestro"



"MAESTRO... COMO TÚ ME LO MANDAS, ECHARÉ LAS REDES" (Lucas 5:5 NVI)

Los discípulos se sentían abrumados y fracasados: "...Toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado..."  (Lucas 5:5). Míralos, lavando sus redes, lo último que los pescadores hacen antes de recoger sus bártulos y volverse a casa. ¡Y ahí es donde se apareció Jesús! Él espera hasta que estés al límite de tus fuerzas y luego se presenta. ¿Por qué? Porque mientras creas que puedes resolver el problema tú solo no vas a pedirle ayuda. ¿Te sientes abrumado hoy por el fracaso? ¿Estás diciendo: 'Señor, lo he intentado de todas formas, pero mira mi matrimonio, mis finanzas, mi carrera. No me han tratado bien y me han pasado por alto. A lo mejor es verdad lo que dicen de mí; a lo mejor no me merezco ser bendecido'? Jesús puede darle un giro a tu situación si acudes a Él y le dices, como Pedro: "Maestro... como Tú me lo mandas, echaré las redes" (Lucas 5:5 NVI).

La obediencia, sobre todo cuando carece de lógica, es lo que conduce a la bendición. Notemos lo que ocurrió a continuación: "Recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía" (Lucas 5:5). Cuando decides obedecer a Dios, la consecuencia es una bendición tan grande que también tocará las vidas de los que te rodean. Una palabra cambió todo: "Maestro". Es una expresión de adoración. Es el reconocimiento de que Dios está en control de las circunstancias que te rodean. Él es Maestro sobre tus debilidades, sobre tus temores, sobre tus carencias. Vamos, levántate y dile: 'Maestro, toma control de las cosas; es más, toma control de mí'. Jesús tenía planes mayores para sus discípulos. Después de este milagro, leemos: "...Dejándolo todo, lo siguieron" (Lucas 5:11).

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