Pasaje
clave: Génesis 49:1, 22-26.
Jacob
invierte tiempo en bendecir a sus hijos. Sobre cada uno de ellos declara
palabras proféticas, sobre cada uno suelta una palabra que marcará sus vidas y
sus destinos.
Tú
y yo estamos para bendecir. Somos padres llamados a bendecir. Hemos sido
puestos para marcar vidas y destinos con una palabra de sanidad, de
restauración, de perdón y de gracia. Nuestra tarea va mucho más allá que
trabajar, genear ingresos o fregar todo el día. Nuestra tarea principal es
bendecir a nuestros hijos.
Tu
palabra los atraerá o los espantará, tu palabra los edificará o los derrumbará,
tu palabra los sanará y liberará o los enfermará y atará a estructuras rígidas
y neuróticas. Por lo tanto, invierte tiempo en la presencia de Dios para
recibir sus palabras y bendecir.
1. Saca a tus hijos del
círculo vicioso de sus problemas.
Un
hijo cargado de problemas tiene una visión negativa y fatalista de la vida que
lo empuja a enredarse en nuevos problemas. Piensa en negativo, habla en
negativo y ve todo mal. Ese hijo necesita que tú le hables palabras de fe.
Contágialo con palabras de fe, anímalo a hablar lo que Dios habla y entonces
aprenderá a pensar como Dios piensa. La visión de su vida cambiará.
2. Ayúdalos a ver las
cosas más claramente.
“No
existe mejor manera de cambiar un problema que a
yudar
a alguien a ver la solución” dijo John Maxwell. Los padres somos generadores de
solución, por lo tanto, siéntate con él, no para decirle lo que tiene que
hacer, sino para ayudarle a pensar alternativas y nuevas soluciones. Preséntale
opciones. Dale una palabra de sabiduría y revelación que le abra los ojos y le
ayude a ver claramente lo que aún no ve.
3. Dales un sueño que
los movilice.
Miles
de adolescentes y jóvenes están esperando que alguien les infunda un sueño
nuevo. Tú tienes palabras de Dios. Abre los tesoros escondidos, revela los
secretos guardados e imparte palabras que despierten sueños, palabras que
siembren nuevos desafíos, palabras que traigan una nueva dirección y abran
delante de ellos caminos nuevos. Fuiste puesto para bendecir.
4. Ayúdalos a alcanzar
su potencial.
Enfócate
en sus posibilidades y aliéntalos a superarse. Desafíalos a romper sus propios
límites. Háblales palabras que los sacudan y los saquen de la actitud de
pasividad y comodidad. Destaca sus dones y habilidades naturales. Muéstrales lo
que hoy son en Cristo y lo que llegarán a ser en Él.
5. Impárteles confianza.
Un
adolescente lleno de confianza se siente seguro en lo que tenga que hacer. Sea
enfrentar un examen, participar de una competencia deportiva o integrarse a un
nuevo grupo de personas. La confianza nos hace sentir seguros y nos anima a
enfrentar nuevos desafíos. Lo opuesto también es verdad, sin confianza nos
venimos abajo porque la inseguridad nos paraliza. Tú tienes palabras que tienen
el poder de alimentar la confianza de tus liderados. “Todo lo puedes en
Cristo”. “Eres como un árbol plantado en la presencia de Dios que da fruto y
permanece verde”. “Todo lo que hagas prosperará”. “No tengas miedo. Aunque
pases por el fuego no te quemarás”. “No traigas a memoria el pasado, Dios está
haciendo algo nuevo y pronto lo revelará”.
Impárteles
palabras de fe y confianza.
6. Cambia la atmósfera
en la que viven.
Las
palabras que hablamos tienen el poder de cambiar el ambiente en el que vivimos.
Por ejemplo: un ambiente de violencia y agresividad está alimentado y sostenido
por palabras violentas y agresivas que hablan los padres y los hijos. Un
ambiente depresivo, de tristeza, es mantenido por frases y expresiones
depresivas. Aquellos que viven hablando enfermedad y dolor viven sufriendo
nuevas enfermedades y dolores. Las palabras tienen el poder de provocar ambientes
determinados. Por lo tanto, habla palabras que cambien la atmósfera en la que
viven tus liderados.
Si
él viene a hablarte de enfermedad y dolor, escúchalo, compréndelo, pero no
hables su lenguaje, háblale de sanidad.
Si
viene cargado de imposibilidades y frustraciones, háblale de posibilidades y
nuevas oportunidades. Dios es el Señor de las nuevas oportunidades.
No
estamos negando la realidad de la persona, sino que estamos ayudándola a pensar
diferente a lo que su ambiente le dicta. Entiende esto: él o ella te buscan
porque están esperando oír de ti algo diferente a lo que oyen todos los días.
Necesitan respirar aire nuevo. Cámbiales la atmósfera. Bendícelos con tus
palabras. Puedes hacerlo.
Por Edgardo Tosoni
Fuente:
devocionalescristianos.org