Mirar hacia el cielo



Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas.
Isaías 40:26

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.
Hebreos 1:1-2

Mi hijo observaba en la portada de su libro de filosofía una foto de la escultura de «El Pensador», de A. Rodin (1840-1917). Esta célebre estatua representa a un hombre musculoso sentado en el borde de una roca, con la cabeza apoyada en la mano derecha y la mirada fija en el suelo. Entonces pregunté a mi hijo: –¿Qué opinas de esta escultura?
–Parece como si tuviese preocupaciones.
–Es cierto. Dan ganas de decirle: ¡Incorpórate! ¡No busques en ti mismo la solución, levanta la cabeza y mira hacia el cielo!
Muchos filósofos y pensadores han escrito sus reflexiones sobre la vida a partir de investigaciones que tienen como base sus propios pensamientos. Algunos incluso llegaron a construir su propio sistema, el cual nunca llegó a ser realmente convincente.
¿Por qué existe ese estancamiento? Porque la clave del misterio de la existencia no puede venir del hombre. Este último tiene que mirar a Aquel que lo creó, a Dios mismo. Sólo Dios conoce perfectamente el significado de la vida de los seres humanos que ha creado.
Dios, ¿Guardó este conocimiento para sí mismo? No. Él se dio a conocer al hombre, en otro tiempo por medio de los profetas y luego por su Hijo Jesucristo. Mandó escribir la Biblia, su Palabra. A todos los que creen en él les dio no solamente la vida eterna, sino también “el Espíritu que proviene de Dios (1 Corintios 2:12).

Editiorial La Buena Semilla

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NO TEMÁIS



No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado.
Mateo 28:5-6

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6


A menudo Jesús dijo a sus discípulos: “No temáis”. Temieron cuando él se les acercó andando sobre el mar, porque no lo reconocieron (Mateo 14:27). No estaban seguros de que éste fuese realmente Jesús. También tuvieron miedo cuando fue arrestado, y al ver que había resucitado se asustaron aún más (Lucas 24:37). ¡Pero qué paz sintieron cuando él les habló!

¿De qué no debemos tener miedo? Primeramente de la verdad sobre nosotros mismos. Un día Pedro tomó realmente conciencia de esta verdad, y dijo a Jesús: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”. Entonces él le respondió: “No temas” (Lucas 5:8, 10). El ser conscientes de nuestras faltas sólo puede horrorizarnos ante la absoluta santidad de Dios. Pero el Dios santo también es un Dios de amor que perdona y borra las faltas del que acude a él por la fe.

Tampoco temamos a los hombres, ni al futuro, sino confiemos cada vez más en el Señor. Que podamos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6). La única persona a la que debemos temer es a Dios (1 Pedro 2:17). No se trata de tenerle miedo, sino de respetarlo, siendo conscientes de su presencia, temiendo desagradarle. El temor de Dios, que va a la par de la confianza en él, es la única verdadera solución contra todo tipo de miedo que nos oprima.

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El oxígeno del creyente


Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Salmo 63:1


Una pequeña araña de zonas pantanosas, llamada argironeta o araña acuática, vive bajo el agua como un buzo. Allí, entre las plantas acuáticas, teje una especie de campana de inmersión impermeabilizada que llena de aire. Esta araña de agua sube a la superficie regularmente para ir a buscar oxígeno en forma de pequeñas burbujas que transporta en los pelos hidrófugos de su abdomen.
De este modo llena de aire su habitáculo submarino en donde vive y se reproduce.
Creyentes, tomemos el ejemplo de este pequeño insecto. Somos llamados a vivir, a trabajar, a criar a nuestros hijos en un mundo en donde la atmósfera moral a menudo es irrespirable. La Biblia nos dice que el mundo está sumergido en el mal (1 Juan 5:19).
Para sobrevivir en un entorno así necesitamos subir regularmente a la superficie, a fin de renovar nuestra provisión de aire celestial, sin el cual nos asfixiaríamos. La lectura regular de la Biblia y la oración nos permiten mantener nuestra relación con el cielo. Si nos falta este «oxígeno» del cielo, nuestra alma corre el riesgo de debilitarse, pues lo necesita constantemente. Incluso antes de empezar nuestras actividades diarias, tomémonos el tiempo necesario para alimentar nuestra alma de la Palabra de Dios. Las reuniones cristianas, ahí donde Jesús ha prometido su presencia (Mateo 18:20), son también lo que podríamos llamar «campanas de oxígeno». ¡Visitémoslas con regularidad!

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Piense en esto: nuestro Dios, quien creó al mundo y que es el Señor de todo, quiere que hallemos placer en nuestra unión con Él. Su Palabra nos enseña que Él nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Ti. 6:17).

Pero la cosa más importante que Dios nos ha dado para que disfrutemos, es Él mismo. Estamos llamados a encontrar satisfacción en nuestra relación con Él.
Uno de los secretos para tener una relación satisfactoria, es la aceptación. El ser aceptados por alguien que se preocupa por nosotros a pesar de nuestras faltas, nos hace libres para disfrutar de la amistad. Lo mismo es verdad en nuestra relación con Dios. Nuestro amoroso Padre celestial sabe quiénes somos y, por la obra de Jesús en la cruz, nos acepta como Sus hijos. Nosotros, que una vez fuimos sus enemigos, hemos sido ahora aceptados en Su familia. Y al ser aceptado permanentemente por Dios, somos libres para disfrutar de una preciosa intimidad con Él.

Hay ciertas acciones que podemos emprender, que harán mayor nuestro gozo del Señor. Alabar a Dios por lo que Él es, es decir, por Sus atributos, regocijará nuestro corazón. Pasar tiempo con Él, conocerlo y escucharlo, aumentará nuestra intimidad con Dios y alegrará nuestros espíritus. Y el negarnos a creer en las mentiras del diablo, tales como tu pecado es demasiado grande para que puedas ser perdonado,nos capacita para descubrir el amor de Dios de una manera más profunda,y para conocer el gozo del perdón.
¿Está experimentando el gozo y la libertad que surgen de saber que Dios le acepta?

Devocionalescristianos.org

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TOMANDO LA CENA INDIGNAMENTE

« De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.» 1 Corintios 11:27
Hoy celebramos la Cena del Señor, un tiempo no solo para recordar, sino para reflexionar, para hacerse un examen de conciencia, para no defraudar al que dio su vida por nosotros en la cruz; de manera que, nuestro participar en esta mañana sea de manera digna, es decir en plena comunión con Dios y con el hermano.

Pero ¿Qué significa “tomar la cena indignamente”?
“Indignamente” se refiere a la manera en que un cristiano come la Cena del Señor, sin estar en paz con Dios, con el hermano y participa, esto lo hace indigno.
Esta mañana en que usted participará, debe hacerlo de manera digna, es un mandato del Señor.
Por otro lado, no es correcto llagar a la iglesia, participar de la Cena y no haberse preparado para tan importante recordatorio.

Daniel Zambrano
Pastor

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Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. – Mateo 11:12
“El reino de los cielos sufre violencia”. Yo quiero que usted hoy sea violento. Sí, violento, decidido y esforzado. Quiero que se entregue de lleno a las cosas de Dios y resista con fuerza todo intento de que se las arrebaten.
Muchos creyentes en estos días son como los israelitas: andan vagando por el desierto de derrota porque hay un enemigo en la tierra prometida. Les están robando su legítima herencia porque tienen miedo de pelear contra ese enemigo. Tienen la esperanza de hallar una manera de entrar sin hacer uso de la fuerza. Pero no la encontrarán. Cuando se trata de Satanás y sus cómplices, usted tiene que ser exigente.
Cuando Dios envió a los israelitas a Canaán dijo: “Envíen a los hombres armados para que vayan delante de vosotros”. Ellos tenían que ir armados, preparados para pelear. Él sabía que tendrían que pelear para tomar la tierra. Dios nunca les prometió que no pelearían. Lo que les prometió fue que triunfarían siempre.
Lo mismo se aplica a su vida hoy día. Cuando se trata del diablo, usted no puede postrarse y hacerse el muerto. Satanás no va a soltar sin pelear ningún aspecto de la vida suya, ya sea la salud, las finanzas o cualquier otra cosa. Él no va a rendirse a menos que usted lo fuerce a hacerlo.
Deje de estar sentado en el desierto. Deje de estar sentado mientras el diablo le roba las bendiciones de Dios. Usted tiene el permiso de Dios y su poder para tomar la tierra. Sea lo bastante violento para hacer algo en cuanto a eso, ahora mismo

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Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. Juan 5:28-29.
El texto del encabezamiento afirma de la manera más clara que habrá dos resurrecciones, una resurrección de vida “de entre los muertos” (Filipenses 3:11) y una resurrección de condenación. Estas dos resurrecciones estarán separadas por un período de por lo menos mil años (Apocalipsis 20:5-6, 12-13).
Algunos dicen: –Estas palabras: “los que hicieron lo bueno” son para mí; yo formo parte de ellos. A éstos el Señor contesta: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:29). He aquí la primera buena obra que Dios espera del hombre. Por más honorable que sea, el hombre es un pecador perdido. Sólo hay una liberación para él: la fe en el sacrificio de Jesús. Dios envió a su Hijo amado para que cargara con nuestros pecados y sufriera en nuestro lugar el terrible juicio. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).
Los que creen tendrán parte en esa primera resurrección, y “la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él” (Apocalipsis 20:6). Una resurrección de condenación está reservada para los incrédulos: “Y los libros fueron abiertos… y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (20:12).

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Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18


Dese cuenta de que este versículo bíblico nos instruye a dar gracias en todas las cosas, no por todas las cosas. Cuando la calamidad o la tentación nos golpean, no tenemos que dar gracias a Dios por ellas, porque Él no es el autor de esas cosas. Todo lo contrario, Él es quien nos muestra la salida para escapar de ellas, y esa es la razón por la cual debemos ser agradecidos con Él.

Si usted lee los cuatro Evangelios, verá que Jesús nunca dio gracias por la enfermedad o la muerte. Pero cuando estuvo ante ellas, su reacción fue vencerlas por el poder de Dios. Por eso, dé gracias como Jesús lo hizo: no por las actividades de Satanás, sino por la victoria que Dios le ha dado sobre ellas.

Fuente: devocionalescristianos.org

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EL COCOTERO


Echa tu pan sobre las aguas… después de muchos días lo hallarás.
Eclesiastés 11:1

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos.
Gálatas 6:9

Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas.
Isaías 32:20


El símbolo por antonomasia de un lugar exótico representado en una postal es un cocotero indolentemente inclinado hacia una playa de arena fina, al borde de una albufera azul. El cocotero es un árbol vital para los habitantes de las islas, que utilizan sus palmas como techo, sus brotes como comida y su savia como bebida. Del coco se aprovecha todo: fibras, leche, pulpa y cáscara. ¿Sabía usted que este fruto puede flotar meses en el agua, y cuando llega a la playa producir un árbol?

Echar una semilla al agua y esperar una cosecha parece realmente imposible, sin embargo la Biblia nos anima a actuar así en determinados casos. Echar nuestro pan sobre las aguas significa sembrar sin esperar poder cosechar. Quizás esto es lo que ocurre cuando hacemos el bien a aquellos que parece que ni se dan cuenta de ello. Hagamos lo que está a nuestro alcance y dejemos que Dios haga lo difícil, lo imposible.

Del mismo modo, cuando predicamos el Evangelio, verdadero pan de vida, sepamos arriesgarnos, alejar las objeciones y las dificultades, dejando a Dios la delicada tarea de hacer germinar esta semilla de vida en los corazones. Dios prometió que, así como la lluvia y la nieve riegan la tierra y hacen que las plantas germinen y se recoja una cosecha, del mismo modo Su Palabra no volverá a él vacía (Isaías 55:10-11).


© Editiorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Enviado por Nilda

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Nuestra ciudadanía está en los cielos. Filipenses 3:20.

Poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Mussolini, el dictador italiano, dio una orden según la cual los italianos ya no podrían emigrar a América.
En esa época dos hombres oriundos de Italia que vivían desde hacía mucho tiempo en los Estados Unidos se hallaban en su patria. Uno de ellos era un importante banquero que hablaba un inglés impecable y tenía importantes relaciones comerciales. El otro era un agricultor que tenía dificultades para expresarse en inglés.

Después del decreto de Mussolini, ambos se esforzaron por volver rápidamente a América, pero sólo uno obtuvo el permiso. Curiosamente y a pesar de las apariencias, fue el agricultor.
El campesino había adquirido la ciudadanía americana, por eso el decreto del dictador no lo afectaba. El banquero, en cambio, había permanecido con la nacionalidad italiana y tuvo que quedarse en Italia. Sus protestas, sus riquezas, sus conocimientos del idioma y sus negocios no pudieron cambiar nada.

Algo parecido ocurre con la pregunta de cómo se puede entrar en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es decir, en el cielo. Se puede llevar exteriormente una vida cristiana y tener buenas relaciones con los creyentes, quizás estar familiarizado con el lenguaje de la Escritura, pero todo esto no da derecho al cielo. La ciudadanía de los cielos sólo se puede obtener por la fe en Jesucristo y en su obra expiatoria.

“Ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19)

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El ciego de Jericó (Lucas 18: 35-43)

Este ciego estaba junto al camino y mendigando. Cuando oyó la multitud que seguía a Jesús, preguntó que era lo que estaba pasando.
Y cuando se enteró que era Jesús el que pasaba este ciego comenzó a clamar como nunca antes, pidiendo misericordia por su vida.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en una situación similar a la de este ciego?
¿Cuántas veces al borde del camino, sin esperanza, y esperando una limosna para seguir adelante?
Muchas veces pareceria que miramos las cosas que el Señor hace en los demás y a la misma vez lo vemos tan lejos de nostoros...
Pero tiene que llegar a nuestra vida espiritual, ese instante que nos haga clamar de tal manera, pidiendo misericordia, hasta que el Señor nos pregunte: "¿Qué quieres que te haga?"

Hermano, ha llegado el momento de ser partícipe de las cosas de Dios. De estar siendo protagonista de lo que Dios puede hacer en tu vida.
Clama como este ciego, y tendrás la victoria.

Dios te Bendiga.
Mariela

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… se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. —Malaquías 4:2

Mi hermana en Cristo me comentaba: miraba a los miembros de mi familia alrededor de la mesa para celebrar el Día de Acción de Gracias, sonreí ante la variedad de talentos que había. En un extremo estaban sentados médicos; en el otro, músicos. Gracias a los primeros, los cuerpos humanos funcionan con más eficacia; y a los segundos, sonidos hermosos elevan nuestro espíritu y tranquilizan nuestra mente turbada.
Aunque sus capacidades son sumamente distintas, tanto unos como otros dependen de una misma cosa: un universo ordenado. Sin orden, no habría previsibilidad; si no hubiera previsibilidad, nos habría ni música ni medicina.

Dentro del orden mundial, la enfermedad es una señal de que algo está «fuera de orden». La sanidad es un indicio de que, un día, Dios restaurará todas las cosas a su estado original (Hechos 3:21). Cuando Juan el Bautista quiso saber si Jesús era «el que había de venir», el Señor le respondió: «Id, y haced saber a Juan […]: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio» (Lucas 7:20-22). La recuperación de la salud comprobaba que Jesús era el Mesías de Israel (Malaquías 4:2).

Doy gracias por la música que alivia mi mente y mi alma agitadas, y por la medicina que cura mi cuerpo, porque estas cosas me recuerdan sobre la sanidad y la restauración definitivas que Cristo está llevando a cabo. Jesús es especialista en restauraciones.

Fuente: devocionalescristianos.org

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De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio,en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho,para memoria de ella. Marcos 14:9.

–Ella no había venido para escuchar un sermón, aunque el más grande de los predicadores estuviera presente. Ese día, su objetivo no era sentarse a los pies de Jesús para escuchar “su palabra” como en Lucas 10:39.

–No había venido para hacerle un pedido, tampoco para buscar un consuelo, como en el día inolvidable en que el Maestro había resucitado a su hermano Lázaro (Juan 11).

–Tampoco había venido con la intención de encontrar a los demás discípulos, aunque la comunión con éstos siempre fuera una feliz experiencia. En ese momento esa no era la compañía que ella buscaba.

–No había venido después de una semana de trabajo y fatiga, para ser alentada por el Maestro, aunque sabía que él era capaz de comprenderla mejor que nadie.

–No, María había venido en el mismo momento en que todo se movilizaba contra el santo Hijo de Dios, con la intuición del complot que se tramaba contra él, para verter a sus pies, en señal de homenaje, el perfume de gran precio que había guardado sólo para él. No pensaba en los discípulos, ni en su hermano Lázaro ni en su hermana Marta. Sólo Jesús llenaba su corazón de agradecimiento y de adoración. “Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos” (Salmo 45:7-8)

Fuente: devocionalescristianos.org

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Aprendiendo De Las Dificultades


«Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.» 2 Corintios 13:11

En el versículo que sirve de encabezamiento notamos que hay cinco recomendaciones del apóstol para la amada iglesia en Corinto; Pablo les está recordando acerca de sus necesidades como iglesia de Cristo les era indispensable para una vida agradable a Dios.
Pero vemos que la iglesia de hoy, necesita igualmente aplicar estas sabias recomendaciones para una vida sana y activa.
Cada cristiano debe hacer los ajustes necesarios en su vida diaria para edificarse y edificar al hermano, no hay que olvidar este deber del cual todos somos partícipes.

Veamos brevemente estas exhortaciones:
- Tener gozo: Es importante aún en medio de las dificultades, está asociado con la vida cristiana.
- Perfeccionaos: Esforzarse en el proceso de la preparación durante toda la vida.
- Consolaos: Esto es alentar a los que están desanimados
- Ser de un mismo sentir: El afecto cristiano debe de mostrarse a toda persona.
- Vivid en paz: Establecer buenas relaciones y buscar la paz entre los hermanos.

Enviado por: Pastor Daniel Zambrano

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El gran donante


De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16

Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida.
1 Juan 5:11-12



Al dar a su único y muy amado Hijo, Dios ofrece la vida eterna, pues él es la vida eterna.
–¿Quién es el destinatario de tal donación? El mundo, es decir, cualquier persona: usted, yo y cada uno de los habitantes de esta tierra.
–¿Por qué Dios dio a su Hijo? Debido a su gran amor: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo” (1 Juan 4:9). ¿Quién es el beneficiario? “Todo aquel que en él cree”.
–¿De qué manera da Dios? Con toda libertad, de forma generosa y gratuita. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia…” (Romanos 3:24). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
Al dar a su Hijo, supremo don, Dios nos “dará también con él todas las cosas…” (Romanos 8:32). ¿Cómo no poner nuestra confianza “en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”? (1 Timoteo 6:17).

Para proseguir el camino, Dios nos da también su Palabra, la verdad (Juan 17:14, 17), a la que podemos recurrir tantas veces como queramos para aprender y recibir ánimo. Y para comprenderla, “Dios… nos dio su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4:8).
Así, en su infinito amor, Dios nos da su paz, su alegría, su amor y la esperanza de su gloria.


© Editiorial La Buena Semilla
Enviado por Nilda

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Un mundo en estado salvaje


Se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.
Génesis 6:11

Nunca más se oirá en tu tierra violencia… sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.
Isaías 60:18



«La razón del más fuerte siempre es la mejor», constató La Fontaine. Desgraciadamente tenemos la prueba de que desde el primer asesinato de la historia, el de Abel, cometido por su hermano Caín, la violencia caracteriza a la especie humana. La crucifixión del Señor Jesús es el ejemplo más crudo.

Cuando Dios destruyó el mundo antiguo por medio del diluvio, la tierra estaba “llena de violencia” (Génesis 6:11). El mundo en el que vivimos está poblado por la misma raza de hombres detestables, que se odian unos a otros (Tito 3:3). Todos estamos de acuerdo en que nos convendría vivir en armonía, amándonos y ayudándonos unos a otros; pero las pasiones, la ambición, el orgullo y el egoísmo enfrentan una persona con otra, familias contra familias, clases sociales contra clases sociales y naciones contra naciones. La rueda de la violencia no cesa de moverse…

La Biblia nos dice que llegará un día en el que “nunca más se oirá en tu tierra violencia”, y en el que no “se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 60:18; 2:4). El “Príncipe de paz”, Jesús, volverá, pero esta vez ya no será para soportar la violencia humana, sino para reinar. Él está vivo y regresará para establecer la paz juzgando todo mal.
¡Bienaventurados los que desde ahora lo reconocen como tal y se someten a él!


© Editiorial La Buena Semilla
Enviado por Nilda

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Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Malaquías 3:6


El orden de las cosas del mundo es incierto e inseguro. En los medios de comunicación se oyen y se leen constantemente palabras de incertidumbre y desesperación. Todo en derredor de nosotros pareciera estar en estado de confusión.
Pero, alabado sea Dios, si usted es creyente, tiene algo en lo cual puede confiar: la Palabra inmutable de Dios. Diosno es de doble ánimo; Él no dice una cosa hoy y algo diferente mañana. Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Si la Palabra de Dios es la autoridad definitiva de su vida, será para usted una columna en que apoyarse cuando todo lo demás empiece a derrumbarse. Si lo que Dios dice es suficiente para que usted pueda solucionar los asuntos de la vida, podrá estar confiado cuando los demás estén confundidos, podrá estar tranquilo cuando los demás estén bajo presión, podrá vencer cuando los demás caigan vencidos.

¿Qué quiere decir que la Palabra de Dios sea la autoridad definitiva? Significa creer lo que Dios dice en lugar de creer lo que la gente o Satanás dicen o lo que las circunstancias dicten.

Tome la decisión hoy de hacer de la Palabra de Dios la autoridad definitiva de su vida. Decídase a vivir por fe, no por vista. Confíe plenamente y sin reserva en la autoridad de la Palabra del Señor y no habrá nada en este mundo que pueda conmoverle ni quitarle su confianza y seguridad.

Fuente: devocionalescristianos.org

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Por precio fuisteis comprados. 1 Corintios 7:23

¡Qué precio pagó el Señor Jesús cuando murió en la cruz del Gólgota! Él fue hecho hombre para poder ir a la cruz. Allí fue dejado solo. Los seres humanos le rodeaban como enemigos. El cielo no le respondió cuando él exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Proféticamente David expresó la queja del Señor, diciendo: “Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza” (Salmo 40:12). “Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado” (Salmo 69:2).

Jesús fue clavado y elevado en una cruz. En esos momentos el cielo se cerró ante él. Allí, colgado entre el cielo y la tierra, terminó muriendo bajo el castigo de Dios, porque Él cargó nuestros pecados sobre Jesús, haciéndolo pecado por nosotros. Este fue el precio que Jesús pagó por nuestra salvación. Fue el precio del amor. En el Cantar de los Cantares se dice: “Fuerte es como la muerte el amor… sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor” (8:6- 7).

Las olas de Dios que sumergieron a nuestro Salvador no pudieron apagar su amor. Cuando reflexionamos en todo esto, ¿no nos olvidamos de nosotros mismos? ¡Pensemos en él y adorémosle!
Clavado en cruz Jesús murió, Por mi maldad allí sufrió; En mi lugar Él se encontró, Mi salvación así compró.

Fuente: devocionalescristianos.org

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La Seguridad De La Salvación


«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.» Juan 10:27-28

Si alguna vez usted tuvo dudas respecto de su salvación, este texto es uno de los que da certeza al creyente de que somos hijos de Dios; decía que si tuvo dudas, pues ahora esas son despejadas cuando leemos su Palabra; ahora entendemos que estamos en el lugar más seguro, en las manos del Señor.

Todo aquel que ha recibido a Cristo en su corazón el Espíritu Santo lo ha sellado, de manera que somos propiedad de Cristo y ciudadanos del cielo.
Entonces como ciudadanos del cielo, hay que vivir de acuerdo a las leyes del Reino de Dios, sin embargo es posible que alguien, descuidadamente crea que como la Biblia nos da la seguridad, entonces vivamos como queramos, no. ¡Cuidado! No piense que porque la Palabra nos da esa seguridad, se puede vivir descuidadamente.
Recuerde que sólo los que han vivido de acuerdo a la voluntad de Dios, entrarán en el Reino de Dios.

Pastor Daniel Zambrano

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Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová. – Isaías 54:17

“Ninguna arma forjada contra usted podrá prosperar”. ¡Qué buenas noticias! Es grandioso saber que ninguna enfermedad, circunstancia o dificultad podrá contra usted.

Hace algunos años, a uno de nuestros amigos le hicieron una demanda judicial. Oramos juntos basados en ese versículo y nos pusimos de acuerdo que ese versículo sería la palabra final en esa situación, no las acusaciones contra él. Estuvimos firmes en la fe, confiando en que esa demanda no prosperaría contra él.
Efectivamente, cuando mi amigo fue al juzgado, los demandantes no pudieron prevalecer contra él. Él ganó ese pleito judicial no porque los abogados fueran muy listos, sino porque era inocente y porque había confiado en esa poderosa promesa de Dios.

Imite ese ejemplo. Cuando el diablo lo ataque en algún aspecto de su vida, no se ponga a llorar con los brazos cruzados y a pedirle a Dios que lo rescate. Abra la Biblia en Isaías 54:17. Recuerde lo que Dios le ha prometido. Válgase de esa promesa para fortalecerse contra el pecado y contra toda obra perversa que el diablo quisiera usar para atarle. Luego aférrese a esa promesa por medio de la oración. Diga: “Señor, rehúso temerle a esa arma que el diablo ha forjado contra mí porque sé que de acuerdo con tu Palabra, no podrá prosperar contra mí. Confío en que Tú me protegerás, y desde ahora te doy gracias por la victoria. En el nombre de Jesús. Amén”.

No desperdicie la fuente de protección de Dios; póngala a trabajar en su vida. Ella es su herencia legítima como siervo del Señor.

Kenneth Copeland

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Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Deuteronomio 28:2

“Bueno, hermano, estoy seguro de que al final usted verá que las dificultades económicas son en realidad una bendición disfrazada”: ¿alguna vez ha oído a alguien decir esas palabras a otro que está mal económicamente? Es posible que sí pues es una creencia muy común.

El problema con esa creencia es que es una mentira de la cual el diablo se vale para oprimir a los creyentes, y ello explica por qué hay tantos cristianos que fracasan una y otra vez en sus finanzas. Pero veamos lo que dice la Palabra de Dios para aclarar este el asunto de la prosperidad y la pobreza. Aclaremos de una vez por todas cuál es la bendición y cuál es la maldición.
La respuesta la encontramos en Deuteronomio 28. Lo que Dios describe en los versículos 1 al 14 es la bendición: la prosperidad. En los versículos 15 al 31, Él describe la pobreza: la maldición.
La maldición tiene como fin destruir; su fin no es enseñarle alguna lección ni hacerle más espiritual, sino destruirle. No importa que la pobreza sea mucha o poca, seguirá siendo una maldición.

Satanás ha hecho todo lo que ha podido para convencer al pueblo de Dios de que la pobreza es una bendición disfrazada, pero la pobreza es algo que el diablo inventó. Así que no le crea ni por un momento. Renueve su mente con la Palabra de Dios.
Si usted es hijo de Dios nacido de nuevo, no tiene por qué estar viviendo bajo la maldición de la pobreza ni de ninguna otra maldición. ¡Usted ha sido redimido!

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La vida de una estrella


¿Qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? Eclesiastés 2:22



Dalida fue una cantante de fama internacional. Su carrera profesional fue todo un éxito, pero hace veinticuatro años puso fin a su vida, y dejó el siguiente mensaje: «La vida se ha vuelto insoportable, perdónenme». ¿Cómo explicar un final tan triste de una persona de origen modesto, que llegó a ser una estrella, adulada por las multitudes, y tenía todo el dinero que quería?
La Biblia nos enseña que el hombre sin Dios no puede ser realmente feliz. Somos más que un conjunto de moléculas organizadas que sólo necesita suplir necesidades físicas tales como el hambre y la sed, al igual que un animal. La felicidad del hombre depende de la relación que él mantenga con su Creador. Si no conozco a Dios, aunque exteriormente todo vaya bien, mi corazón estará triste, vacío de lo primordial. En cambio, si he descubierto a Jesucristo, primeramente como mi Salvador y luego como mi amigo, mi vida tendrá un cambio. Experimentaré una alegría que nadie me podrá quitar. Dios quiere darme una vida con pleno sentido.
“Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja. De sus caminos será hastiado el necio de corazón; pero el hombre de bien estará contento del suyo” (Proverbios 14:13-14).
Además el apóstol Pablo escribió: “A los ricos de este siglo manda que no… pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo… que echen mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:17-19). Querido amigo, ¡Eche mano de esa vida!


© Editiorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Enviado por Nilda

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