El siglo pasado
vio movimientos en casi cada continente de lo que algunos denominarían
"la liberación femenina". Y aunque los títulos pueden variar, la idea
básicamente ha sido la misma: proporcionar más derechos políticos,
mayor influencia e ecuanimidad en salarios.
Las
mujeres, como grupo, han superado muchísimos obstáculos a lo largo de
toda la historia. Han sido menospreciadas, maltratadas y devaluadas
como personas por casi cada cultura del mundo. Se han tenido por
propiedad, se dudó de su inteligencia, se preguntó aún si contaban con
un alma con necesidad de salvación. Vemos a lo largo de la historia que
la mujer ha sobrellevado el abuso, el rechazo, la negatividad, y con
todo, ha salido adelante. En mi opinión, esta supervivencia no ha sido
cuestión simplemente de alguna coincidencia o de la suerte, sino que ha
sido algo que Dios mismo declaró a nuestra vida y circunstancias. Y
por esto, ha sido una parte importantísima de todos los aspectos del
desarrollo humano. De ella se han producido las maestras, las
consejeras, las reinas, las científicas, las autoras, las madres de
muchas generaciones, entre otras.
Se
podría decir que la mujer ha llegado a una madurez y cuenta con las
características físicas que destacan a la mujer madura. Se puede decir
que los movimientos políticos han hecho lo mismo para la mujer, ya que
la han celebrado como mujer, le han conseguido los derechos para
disfrutar el ser mujer y, en general, han logrado mejorar su condición.
Sin embargo, con todo el aumento de prestigio, poder y aclamación,
muchas tendríamos que confesar que algo nos falta.
Hemos
llegado a la madurez y, sin embargo, pareciera que nos falta vestir la
ropa indicada para nuestra posición. Contamos con la apariencia
física, pero no contamos con la estabilidad mental y emocional para
disfrutar realmente de todos los beneficios que nos otorgan nuestra
nueva posición en la sociedad. Aparentemente gozamos de más libertad
pero, en realidad, hemos reconocido que, en ocasiones, esta "libertad"
nos limita a ser la mujer que otras personas han concebido. No somos
libres para ser mujeres como dicta nuestro corazón, como dicta nuestro
Creador. Por eso, tendría que decir que no hemos alcanzado una
verdadera libertad. Me atrevo a decir que en muchos sentidos, nos
sentimos desnudas y descubiertas en nuestra libertad.
Nuestra
vida interior no refleja la misma libertad que se podría percibir en
lo exterior. Pero no nos gusta reconocer nuestra necesidad de "ropa".
Preferimos enfocarnos en los avances y el progreso de nuestra vida. En
que hemos logrado ser más independientes y hemos recibido más poder y
reconocimiento, sin averiguar cómo es que esto nos hace sentir en
realidad. ¿No se nos ha enseñado ser independientes, sin necesidad de
nada ni nadie? Decimos que todo está bien, debido a nuestra apariencia
exterior, al éxito que hemos obtenido, sin embargo, ¿cómo estamos por
dentro? No queremos admitir nuestra necesidad, nuestra desnudez y
vulnerabilidad, pero la verdad de ello no cambia. Profesamos tener
libertad, pero estamos llenas de pena y angustia; sin esperanza y
llenas de dolor.
Hemos
intentado cubrir esta verdad por medio de cosas materiales, relaciones
personales, amor ilícito, riqueza; pero si somos honestas, no han
logrado eliminar lo que sentimos. ¿Pero qué nos falta? Una mujer que no
se ha visto en el espejo de su Creador, jamás logrará verse como una
persona autónoma y valiosa.
Si
siempre te estás viendo a través del espejo de la sociedad que te dice
si no ejerces una carrera, no portas la mejor ropa, vives en la casa
más fina, no estás aprovechando tus derechos como mujer, si siempre te
juzgas según el criterio de los demás, difícilmente lograrás a
apreciarte como la mujer que Dios creó. Una mujer que se siente
realizada es la mejor mamá que puede ser o la mejor esposa que puede
ser. Alguien que no tiene que cumplir los sueños de nadie más, que es
libre para ser la mujer que quiere ser. Mujer, eres una parte clave de
la historia. Él vio el potencial que yace en ti y por eso proclamó vigor
y aliento sobre ti.
El
hecho de que estés aquí, que hayas sobrevivido a todas las situaciones
y los peligros que enfrentaste, no es un error y definitivamente no es
una casualidad. Se debe a que Dios tiene un plan y propósito muy
especial y específico para tu vida, y lo ha declarado desde el momento
de tu nacimiento. Dios te hizo mujer y desea que tengas la libertad
para ser precisamente eso. Esta libertad, la verdadera libertad,
llegará a tu vida solamente cuando te veas como Dios te ve. Cuando
aceptes tu feminidad como un regalo de Dios. Cuando reconozcas que tú
tienes un lugar que no puede suplir nadie, y que ese lugar no es el que
le pertenece a un hombre.
Es
un lugar que sólo tú, como mujer, puedes llenar y en ese lugar
encontrarás la verdadera felicidad, la verdadera libertad. Serás libre
para ser mujer.
Enviado por Nilda