Por FmVision
La
mayoría de las mujeres que han tenido la fortuna de ser madres suelen
desear siempre para su familia lo mejor: que sea feliz, que siempre
esté unida, que tenga salud, educación… En pocas palabras, podemos decir
que una madre se realiza a través de su familia.
Para
que una madre pueda transmitir a sus hijos los hábitos que ella quiere
dejarles, debe ser ejemplo vivo de estos. Si una madre se encuentra
bien, alegre, feliz con su vida, con su trabajo, con sus
responsabilidades, creencias e ideales, eso es todo lo que va a
transmitir a sus hijos.
Pero
si por el contrario, se siente vacía, sin ganas de nada, si no tiene
creencias que la estimulen a vivir plenamente su condición de esposa y
madre, lo que sus hijos van a percibir de ella es sólo conformismo y
superficialidad, en una palabra, infelicidad.
Activa y desactivada
Ana es una mujer que suele estar todo el día ocupada. Un día típico de Ana sería el siguiente:
Por
la mañana clase de gimnasia; de ahí al salón de belleza; más tarde a
realizar el pedido del sofá que va a comprar. A la hora de la comida, a
comer todos rápidamente, pues hay que ir a dejar a los niños a sus
clases de natación, pintura y francés (en las cuales se pasan toda la
tarde). Mientras los niños toman sus clases, Ana se va al cine con sus
amigas. Y por la noche, no falta la reunión de ex-alumnas de la
secundaria, de la cual es organizadora, o la de la Universidad…
Como
Ana, la mujer “activista” es la que siempre está metida en mil
quehaceres. Se preocupa por lo externo y no llega a descubrir la riqueza
del interior. Tiene tiempo para todo, menos para enriquecer su
espíritu. La podemos resumir como la mujer que “se pasa la vida juntando
material y nunca construyó nada”, o que “fabrica botecitos de perfume y
nunca los llena”. Al final se quedó vacía y no dejó nada.
La mujer “trabajadora”
Isabel
en cambio, tiene un día completamente diferente. Se levanta muy
temprano y atiende tranquila y alegremente a su familia. Durante la
mañana, va a una conferencia sobre la adolescencia, da clases de
ortografía en una escuela de escasos recursos, y asiste a un taller de
redacción.
La
hora de la comida la comparte junta toda la familia. Aunque dos veces
por semana, Miguel (el hijo mayor) come antes acompañado de Isabel,
pues acaba de entrar a la universidad y tiene clases por la tarde.
Como
Ana, ella también se levanta temprano para ir a su clase de gimnasia, y
también va regularmente a arreglarse el cabello. Pero Isabel en
cambio, no hace que su vida gire en torno a estas dos actividades, sino
que busca algo más para llenar su existencia.
Isabel
es una mujer “trabajadora” tiene todo su tiempo ocupado en actividades
que le dejan satisfacción personal. Atiende a su familia con alegría,
cultiva su intelecto, realiza acción social, y es profesionista. Se da
tiempo para todo, pues no lo pierde en cosas que no le dejen algo
positivo.
Tiempo de comprometerse
Conociendo
los tres tipo de mujeres, sólo cabe preguntarnos, ¿qué tipo de mujer
soy? ¿Tal vez un poco “activista”, algo “pasatiempo” y no lo
suficientemente “trabajadora” como podría serlo? ¿Cuál me gustaría ser?
Hoy es momento perfecto para definir y comprometerse con uno mismo.
Empezar a darse a los demás, de hacer algo por los hijos; algo que se
quede, que no pase de moda o se acabe con el uso, sino algo que ellos
puedan decir mas tarde “Mi mamá me enseñó a ser así”, o “Yo aprendí esto
otro porque en mi casa siempre vi a mi mamá hacer lo mismo”.
Para
realizar con éxito ese compromiso que una madre tiene para con sus
hijos, es importante que uno llegue a conocerse a fondo. Poniendo en
orden estas ideas, queda claro qué es lo que quiero en la vida, hacia
dónde voy, qué fruto quiero cosechar, qué legado quiero dejar a las
personas que más amo, y solo así se puede dar un auténtico crecimiento
personal.
Ser ejemplo: La mejor arma
¿Qué
vamos a sembrar en nuestra familia? ¿Educación, ejemplo de trabajo, de
fortaleza, de entusiasmo y de entereza? ¿O mediocridad, egoísmo, falta
de principios, conformismo y superficialidad? Si bien es cierto que
“cada uno es el arquitecto de su propio destino”, parece ser que en las
madres está el proveer a sus hijos de los materiales adecuados.
Enviado por Nilda Ortíz